Nunca ha sido común un «mamá, quiero ser barbero», pero seguro que la estadística marca un crecimiento de la tendencia en los últimos años. En Alicante, decenas de negocios han abierto sus puertas con luminosos de «barber shop» en la entrada. ¿Se cuidan más los hombres?, ¿se hacen cosas más modernas? Las respuestas las tienen, en mayor medida, los jóvenes, quienes encabezan estos comercios en la ciudad.

A Kiko Jara hace tres años que se le ocurrió emprender esta aventura. Estaba cansado de trabajar para otros y decidió montar, junto a un compañero, lo que hoy se ha convertido en un establecimiento de dos pisos: «Tattoo Barber Shop Alc», un negocio centrado en la tinta, las barbas y el pelo.

«Pensamos en ajustar todo a un estilo antiguo, lo hicimos todo vintage», cuenta este joven sobre la iniciativa que arrancó a sus 29 años. Los sillones en los que se sientan sus clientes son los mismos que utilizaban los barberos de los años 40, la televisión no es de plasma, alguna bicicleta clásica luce sobre la pared y la caja registradora, de haber estado guardada en el trastero, tendría un récord de almacenamiento de polvo.

El equipo de Jara ha crecido hasta llegar a diez personas, todas entre 22 y 28 años. Algunos tatúan y otros se dedican a la navaja, y todos van hasta arriba: «Esto seguramente pegue el bajón, pero ahora mismo está en su punto», explica el trabajador con una sala al completo y una lista de espera de dos días.

Y en ese punto también está, y de lleno, Adrián Pérez, que con 21 años abrió su barbería en San Vicente después de hacer un curso básico de formación. «Tuve la suerte de que mis amigos me dejaban desgraciarles la cabeza y también veía vídeos en Youtube sobre cómo trabajaban otros, cuenta Pérez.

«Mi local está ambientado en las barberías americanas de los años 50», apunta el emprendedor, quien aclara que aunque los cortes parezcan solo «para chiquillos modernos», cuenta con una rama de clientes muy grande de entre 35 y 55 años. «Los hombres están avanzando mucho en cuanto a belleza. Ya no es el me arreglo porque me toca, buscan información y vienen sabiendo qué es lo que quieren hacerse», explica el barbero desde un establecimiento frecuentado por jugadores del Hércules y el Lucentum.

Tanto Pérez como Jara coinciden en el gran número de personas que elijen abrir un negocio como los suyos. «En Alicante ya hay alrededor de 25», dice el primero de ellos. «El último año habrán arrancado unos diez», argumenta Jara.

Pero, ¿qué pasa con los que hacen el corte de toda la vida? Mientras que unos mantienen con firmeza la línea escogida, otros hablan de «la necesidad de adaptarse». Como es el caso de Raúl González, de la peluquería «3N», una empresa familiar que tiene vida desde 1965. «Siempre nos hemos hecho a las tendencias del cuidado masculino. Introducimos en Alicante el corte de pelo a navaja y ahora lo hemos adaptado a los tiempos modernos», señala González. «Los tipos de corte van cambiando muchísimo y, casualmente, lo que hoy quiere un joven es lo que mi abuelo ya hacía en tiempos de guerra».