Cuando Emilia Durá García nació un 12 de diciembre de 1918 en Jumilla -aunque ha vivido entre Alicante y Benidorm la mayor parte de su vida- la I Guerra Mundial se adentraba en su recta final. Con apenas 20 años, el 25 de mayo de 1938, sobrevivió al bombardeo del Mercado Central de Alicante por la aviación italiana y poco después fue testigo indirecto de la II Guerra Mundial.

Pese a las penurias y el hambre que pasó en la contienda española y a la gran cantidad de cadáveres y la destrucción que vio tras el ataque al Mercado, ayer celebró su 100 cumpleaños feliz y rodeada de su familia, afirmando que ha tenido una buena vida, y que no se puede quejar.

«Soy una superviviente de la guerra y de los bombardeos», recalcó ayer Emilia Durá desde la residencia Ballesol de la Cala Finestrat, donde vive desde hace un año y medio. Hasta entonces la cuidaban entre sus dos hijos, Luis y Alfredo. La centenaria también tuvo dos hijas, Mari Flor y Susana, fallecidas por distintas enfermedades cuando aún eran bastante jóvenes.

«Las dos se me murieron, qué vamos a hacer, es la vida», dijo ayer nostálgica por unos minutos. También contó que de joven lo pasó bien y que tuvo un marido «muy bueno», Luis Colombo, quien fue locutor de Radio Nacional de España y jefe de Publicidad de la emisora.

El día en que la aviación fascista italiana bombardeó el Mercado Central de Alicante, Emilia Durá caminaba cogida del brazo de una amiga por la zona. «Serían sobre las 11 de la mañana cuando vimos caer las primeras bombas. Nos asustamos muchísimo y salimos corriendo de la calle Quintana, donde estábamos, a refugiarnos en algún portal. Era una hora de mucha concurrencia de alicantinos que intentaban conseguir algún alimento. Fue una canallada. Cuando dejaron de sonar las sirenas, nos acercamos y vimos mucha destrucción y cadáveres, no sabría decir cuántos». Una experiencia que marcó a la familia, que se trasladó a Pinoso para el resto de la Guerra Civil.

Durante la contienda, la centenaria pasó hambre aunque «al menos pan comía porque trabajaba en una panadería frente al Mercado Central», recuerda su hijo Luis Colombo, cámara de televisión durante 25 años. Pese a las carencias alimentarias sufridas, la mujer goza de buena salud para su edad, «con los análisis perfectos» y algún olvido propio de la edad, añade su descendiente.

Entre los recuerdos de los que habló ayer ante su tarta de cumpleaños con tres velas formando el número 100, que por supuesto sopló, reveló anécdotas de su experiencia como belleza de los distritos Carmen y San Agustín. «Fui representante de las dos hogueras, que estaban cerca de la Concatedral de San Nicolás, en 1935 ó 1936», afirmó.

También contó que cuando era joven quiso ir a estudiar Alta Costura a Barcelona o a Madrid pero que entonces estaba mal visto marcharse sola, y sus padres no se lo permitieron. Estudió al final en Alicante, en la Rambla, en una escuela de costura. Su esposo le regaló una tricotosa, donde ella tejía jerseys hasta que le cambió la vida su traslado con la familia en los años 70 a Benidorm a regentar el hotel Acapulco.

En este establecimiento Emilia Durá fue muchos años gobernanta. Se encargaba de las habitaciones y de las camareras de piso. A principios de los 90, su marido vendió el hotel y se jubilaron.

«Todo el mundo me ha tratado muy bien a lo largo de mi vida. Me he llevado de cine con todo el mundo allí donde he entrado y he salido, y por eso vivo tranquila».

Coqueta, contó que en la residencia, «donde me tratan muy bien», le arreglaron el pelo y la pusieron guapa para su fiesta de centenaria, en la que tuvo tarta y animación con globos y su foto decorando la estancia.

Asistieron más de una veintena de familiares, compañeros de residencia y trabajadores que la quisieron acompañar en este especial cumpleaños de una vida larga y sin demasiada añoranza de su juventud por las penurias que pasó.