Un vuelo de Ryanair que el pasado miércoles partió a las 20 horas de Madrid con destino a Ibiza no pudo llegar a su destino, o por lo menos no a la hora ni en el día previsto. Tal y como cuenta uno de sus pasajeros, Juanjo, un ibicenco residente en Madrid, él, como la mayoría del pasaje de ese vuelo, viajaba a Ibiza para pasar el puente de la Constitución. Partieron de Madrid con una media hora de retraso, y el piloto aseguró, nada más despegar, que «el vuelo tendría una duración de unos 50 minutos y que las condiciones meteorológicas en la isla eran muy buenas», cuenta Juanjo. Pero al sobrevolar Ibiza el avión comenzó a dar vueltas. «Nos acercábamos al aeropuerto de es Codolar y nos íbamos hacia Sant Vicent. Volvíamos a aproximarnos y nuevamente nos alejábamos», explica este pasajero.

Finalmente, el piloto comunicó al pasaje que por la niebla que había en el aeropuerto de Ibiza no podía aterrizar y que el nuevo destino era Alicante. Ahí empieza, para los pasajeros de ese vuelo, un peregrinar de colas y esperas.

«Cuando aterrizamos en Alicante, Ryanair nos dijo que quizás podríamos volar a Ibiza en un rato, que teníamos que esperar, pero sobre las 22.15 horas ya nos confirmaron que pasaríamos la noche en Alicante, y que al día siguiente partiríamos hacia Ibiza», cuenta Juanjo.

De lo que se queja este ibicenco es de cómo gestionó la compañía el retraso y el desvío del avión. «Hasta la una de la mañana no nos empezaron a organizar para ir a un hotel. Éramos como unas 200 personas y uno por uno tuvimos que pasar por el mostrador de Ryanair», añade el afectado.

Tras este trámite había que esperar al transporte. Tres autobuses llevaron a los pasajeros a un hotel, donde tuvieron que realizar otra cola para recibir la llave de la habitación. «Lo terrible es que, cuando aún quedaban como unas 30 personas para hacer el checking de la habitación, los recepcionistas anunciaron que sólo les quedaban diez habitaciones libres. ¿Ryanair no hizo las cuentas de toda la gente a la que tenía que alojar?», se pregunta Juanjo.

Cuando el ibicenco subió a su habitación eran más de las dos de la madrugada, y en la recepción se quedaron algunos pasajeros sin alojamiento «que durmieron allí mismo, porque cuando yo bajé por la mañana los vi y me lo contaron».

«La compañía aérea tampoco nos ofreció cena -continúa Juanjo- porque a la hora a la que llegamos al hotel la cocina ya estaba cerrada. Así que nos dijeron que comprásemos algo de cenar en el bar y que luego le pasásemos la factura junto a la reclamación».

Para este pasajero lo denunciable de la situación es la lentitud con la que la compañía gestionó el desvío y el no saber si el hotel tenía habitaciones libres para todos. Este vuelo Madrid-Ibiza que tendría que haber salido de Barajas a las 20 horas del día 5 finalmente partió de Alicante el 6 a las 12.15. Todos perdieron un día del puente y tuvieron que volver a hacer cola para facturar de nuevo.