Ni vigilancia exterior permanente ni custodia interior. Un mes después de la marcha de las monjas clarisas que han estado 500 años acompañando a la Santa Faz, la reliquia pasa gran parte del día sola, sin esa anunciada cobertura de seguridad, tanto de la Policía Local como de feligreses, que el domingo 11 de noviembre se comprometieron a no dejar ni un minuto sola a la Faz Divina.

El acuerdo establecido en la sacristía de la iglesia, al acabar aquella misa tumultuosa donde se recogieron 2.000 firmas de devotos enfadados que pedían el regreso al convento de las religiosas, duró escasamente una semana. Aquella mañana, de forma consensuada, el alcalde, Luis Barcala; el concejal de Fiestas y Seguridad, José Ramón González; el dean de la Concatedral de San Nicolás, Ramón Egío; y el capellán de la Santa Faz, José Luis Casanova, se repartieron las obligaciones en materia de cobertura a la reliquia. El Ayuntamiento de Alicante se encargaba de reforzar la seguridad del exterior, el perímetro y los accesos al monasterio. De manera especial, se trataba de estar atento a las entradas y salidas de los seglares católicos, pertenecientes a grupos de oración, que en parejas y en turnos de dos horas se mantenían rezando ante la Santa Faz. Es decir, la ausencia de las Hermanas Clarisas obligaba a tener que abrir con mucha más frecuencia la puerta de acceso al camarín donde se guarda la reliquia, por lo que la alarma debe estar desconectada más horas de las habituales.

Pero el compromiso establecido entre las autoridades civiles y religiosas se mantuvo, de forma constante, solo esa primera semana. Pasados unos días, en la plaza Luis Foglietti, situada frente a la fachada del monasterio, y a la entrada del callejón peatonal, dejó de aparcar el coche patrulla que hacía guardia día y noche. «Como mucho vemos alguna moto por el día, que pasa igual que llega, y alguna noche, cada cuatro o cinco días, un coche se queda un rato, pero poco más», aseguran testigos presenciales, vecinos de la pedanía, que además de confirmar la ausencia de los agentes, muestran su enfado porque «se les llenó la boca diciendo que la Santa Faz no estaría sola y ese calentón duró escasamente una semana. Ni hay policía ni gente que viene a rezar a toda hora», afirman.

Fuentes municipales confirmaron ayer que «una vez acabada la alarma social que se generó esos días, la vigilancia pasó a ser la normal, por la noche pasa algún coche más de lo habitual». El edil de Seguridad, José Ramón González, explicó que «el dean y el capellán me confirman que hay gente dentro continuamente, por lo que no es necesaria la presencia policial».

Por su parte, el capellán aseguró que «se mantiene la custodia de la reliquia» porque «la presencia de feligreses es permanente salvo cuando salen a comer o cenar porque aquí no hay cocina».

Extremos estos -presencia fija de feligreses y vigilancia policial- que niegan con rotundidad los vecinos.