La defensa de Miguel López plantea al juez que los dos años de investigación le exculpan del crimen de su suegra, María del Carmen Martínez, y se opone a que se le lleve al banquillo. El abogado Javier Sánchez-Vera presentó ayer su escrito de conclusiones provisionales ante el juzgado que investiga el crimen y sostiene que las acusaciones «no tienen pruebas contra López porque no las hay, y no las hay porque no ha sido él. La defensa carga contra la Policía que se «empecinó» en seguir esta línea de investigación «para no tener que reconocer el fracaso» de sus pesquisas iniciales, descartando otras posibilidades alternativas.

El escrito de defensa de López era el último que le faltaba al juez para decidir si abre juicio oral o archiva el caso. La Fiscalía y la acusación particular que ejerce el primogénito de la fallecida, Vicente Sala, reclaman para López penas que suman más de 24 años de prisión por asesinato y tenencia ilícita de armas. Otras dos de las hijas (Tania y Mar) están personadas como acusación pero reclaman la absolución de su cuñado. El abogado de López plantea que quien hubiera sido el autor de los disparos debería ser condenado a 15 años, pero que esta persona no es su cliente.

En el escrito, se desvincula a Miguel López y a los otros cuñados del conflicto familiar por el control del holding empresarial de los Sala y se apunta a otros móviles descartados por la Policía: un intento de robo, una venganza por los negocios de la empresa en Latinoamérica, o incluso el hecho de que la víctima era la viuda del expresidente de la CAM, Vicente Sala. El letrada destaca que la fallecida tenía desgarros en la ropa, lo que, a su juicio, evidencia que hubo un forcejeo.

Ajeno al conflicto

«Miguel ha pasado los dos peores años de su vida, acusado injustamente del crimen de un familiar siendo inocente. Ello le ha llevado a tener una sintomatología ansioso-depresiva», relata el letrado. El escrito de defensa desvincula al sospechoso del conflicto de los Sala por el control del holding familiar. «Era llevado por unos abogados que negociaban, no teniendo absolutamente ninguna participación», recalca. Y añade que López «no se ocupaba de las empresas de la familia de su mujer». Una afirmación que contrasta con lo recogido en el informe policial sobre los dispositivos móviles, donde aparecían whatsapps en los que se le informaba de los pormenores de una junta de la empresa. La defensa señala que las hermanas se distanciaron de su madre por ser dejadas claramente en un segundo plano, «aunque por aquello de que los trapos sucios se lavan en casa, poca gente ajena a la familia sabía de esas tensiones», precisa.

La defensa contesta a la acusación particular que Miguel nunca podía acceder a la fortuna de su mujer, «pasase lo que pasase» con los acuerdos de la empresa, porque el matrimonio tiene un régimen de «separación de bienes» desde hace veinte años.

«Historia absurda»

La defensa considera «absurdo» la teoría policial y de las acusaciones de que Miguel López disparara a su suegra la tarde del 9 de diciembre de 2016 cuando iba a recoger su coche de las instalaciones de Novocar y que, después, «vaya a hablar como si nada con tres personas, todavía con el arma entre sus ropas».

El abogado sostiene que aquella tarde el acusado entregó las llaves del coche a su suegra y se marchó a su casa, mientras ella se quedó mirando su teléfono. En esta línea, asegura que la última conexión al Whatsapp que aparece en el teléfono de la víctima fue a las 18.55 horas, cuando las cámaras recogen que Miguel López ya se había marchado. Lo hizo a las 18.38.

El escrito de conclusiones da respuesta a una cuestión que Miguel López no había aclarado durante la instrucción: la parada que hizo en su casa antes de regresar a Novocar cuando le avisaron de que habían disparado a su suegra. La Policía sostiene que fue en ese momento cuando el sospechoso pudo aprovechar para eliminar pruebas. La defensa plantea que López fue a su casa para avisar a su hijo de que no le podía llevar a sus clases particulares y que fuese por su cuenta.

La defensa pretende rebatir otros extremos de la investigación. Así, apunta a que es falso que el lavadero fuera el único lugar de Novocar sin cámaras, ya que no las había en ninguna parte de la empresa. Descarta que el lavadero fuera «una ratonera», ya que «era un sitio abierto en el que se lavan coches». Y también recalca que se encontró ADN en uno de los casquillos de una persona desconocida y que no era de su cliente.