Pedir la contraseña del móvil, controlar la forma de vestir o forzar las relaciones sexuales. Las situaciones de dominación y maltrato en la pareja comienzan a edades cada vez más tempranas con las nuevas tecnologías como un elemento importante de control sobre las chicas.
Olivia Pedroche, alumna del IES Cabo Huertas, es testigo directo de estas situaciones. «Lo más habitual es que los chicos le pidan a sus novias la contraseña del móvil para controlarlas. Lo vemos a diario en la práctica totalidad de las parejas». Pedroche fue una de las alumnas de tres institutos de la comarca que ayer participaron en la III Jornada Contra la Violencia de Género en el Hospital de Sant Joan. Jóvenes que tienen muy claro de dónde vienen este tipo de relaciones tóxicas. «Los chicos quieren controlar a sus parejas por su propia inseguridad, porque piensan que les engañan y les ocultan cosas», señaló Marta Vázquez, alumna del IES de Mutxamel. Los participantes también pusieron de manifiesto que hay casos en los que ellas también controlan, aunque son los menos, y señalaron que muchas veces ellas ceden y les dan sus contraseñas por miedo o porque sienten culpa si no lo hacen.
Experiencias propias
Alguna de las chicas que ayer participó en estas jornadas ha vivido en primera persona alguna de estas relaciones tóxicas. Es el caso de Loren Ygarán, estudiante también del IES Cabo Huertas, quien explicó cómo su última pareja quería controlarla y le pedía continuamente las contraseñas del móvil. «Desde el principio le puse freno y se controló y cambió un poco, pero terminé por dejarle porque yo quiero una relación de respeto y esa no era una buena base», explicó la joven.
Precisamente la idea de que se puede cambiar al otro es la que muchas veces sostiene este tipo de relaciones, algo que nunca lleva a buen puerto. «Las relaciones deben basarse en la confianza, el respeto y en hacer feliz a la otra persona», explica Marta Vázquez. Para su compañero de instituto, Nicolás López, «la confianza es clave en una relación. Si preguntas todo el rato se trata de una relación tóxica».
La jornada también sirvió para que los estudiantes pusieran encima de la mesa sus recetas para tratar de poner fin a esta lacra. «La violencia machista se ve muchas veces como un problema que solo atañe a las mujeres. ¿Qué hay de los amigos de estos chicos? Ellos tienen que estar dispuestos a no seguirles el juego», señaló un joven que participaba como público. Para Yasmina Labhar, del IES Juan XXIII, el entorno también es esencial. «Si tenemos cerca un caso así hay que tratar de abrirle los ojos a ella, hacerle ver que el amor es lo contrario» Olivia Pedroche hizo un llamamiento a las familias. «Los padres deben ser conscientes de que se debe poner fin a la cultura del machismo y el maltrato porque sus hijos pueden reproducir estas situaciones y así las nuevas generaciones no cambiarán el chip frente a este problema». Nuevas generaciones que también creen que la justicia debe cambiar. «Las leyes muchas veces van a favor de ellos. Violan a una chica y apenas les cae condena. Ellos se ven ganadores porque tienen las leyes a su favor», señaló Yasmina Labhar.
En la jornada se incidió, y mucho, en la necesidad de educar en igualdad desde los primeros años. Una de las jóvenes del público señaló en este sentido que «el hecho de que haya colores para niños y niñas o que a ellas se les den muñecas y a ellos coches va marcando la educación de cada niño y se le va dando un papel en la sociedad». Esta joven también puso el acento en los estereotipos y estigmas que aún pesan sobre las mujeres en ámbitos como la sexualidad. «Ellas siguen siendo o vírgenes o putas y ellos en cambio son unos machotes en cuanto se acuestan con una chica».
