La devoción por la Reliquia y el malestar que ha generado en la ciudadanía el sorpresivo abandono del monasterio por parte de las Clarisas, el pasado sábado, provocó que cientos de alicantinos se concentraran durante dos horas en la plaza de Santa Faz para reclamar el regreso de las religiosas. En paralelo, dos mil personas pasaron por las cuatro mesas instaladas en torno al complejo religioso y estamparon sus firmas para que las Clarisas vuelvan a la Santa Faz lo antes posible para seguir custodiando la Reliquia, como han hecho los últimos 500 años. Los ánimos estaban levantados y se vivieron momentos de tensión. Primero, entre los asistentes y, poco después, con la Iglesia de por medio, a quien reprocharon su actuación en la marcha de las religiosas.

Algunos decidieron que la mejor forma de luchar por el regreso de las monjas era una romería anticipada. Desde el centro de la ciudad fueron llegando por goteo, a partir de las 11 de la mañana, distintos vecinos que habían realizado el recorrido a pie. «Hoy es un día especial para hacer una romería», apuntó junto a sus bastones de trekking María José Esquerdo, vecina de Alicante. «He venido para intentar que vuelvan las Clarisas, estoy segura de que en este asunto hay algo turbio que no se está viendo», añadió Esquerdo.

No fueron muchos los peregrinos. En total, se unieron a las puertas del monasterio cerca de diez grupos no muy numerosos. Llegaban por la calle Alberola Canterac y se juntaban al resto de los congregados, que se refugiaban del sol y la alta temperatura en la opacidad de la sombra a la espera del término de la misa.

«Aquí falta muchísima gente para lo que ha pasado. No se puede permitir que se eche a las monjas de noche para que nadie les viera», criticó María Dolores Sánchez, una de las alicantinas que no se perdió la cita. Quienes se reunieron ayer lamentaron la ausencia del apoyo de los representantes del mundo de la Semana Santa y echaron en falta que las Hogueras no estuvieran en la plaza para sumarse a la iniciativa ciudadana.

«Está muy bien que las Hogueras se vuelquen con los 'playback', pero lo que hoy tocaba era estar aquí», criticó Toñi Ibáñez, una de las asistentes. Tanto Ibáñez como su grupo de amigas reconocieron su desilusión puesto que esperaban «que todo Alicante iba a salir a la calle a respaldar esta lucha». Por la tarde, la Federación de Hogueras mostraban en un comunicado su apoyo a la iniciativa para el regreso de las Clarisas. «Nada tendría sentido sin la Reliquia y sin quienes la custodian», se indicó desde las Hogueras.

Luis Barcala, alcalde de Alicante, lo tuvo difícil para dar tres pasos seguidos. «Que vuelvan las monjitas», le pedía una señora en el lateral del monasterio, sujetándole con las dos manos y mostrando una gran pena. Barcala se paró a hablar con los vecinos y, pese a que la respuesta sobre el regreso de las Clarisas no era concisa, sí repetía una frase tranquilizante: «Podéis estar seguros de que la Santa Faz no se mueve de aquí».

Llegaba el fin de la misa, pasadas las 12:40 horas, y un furgón de la Policía Local aparcaba en el centro de la plaza. Tenía la ventanilla del asiento del copiloto abierta y, junto a ella, un señor sujetaba el micrófono del vehículo después de haber anunciado en varias ocasiones que procedería a leer un manifiesto tras la ceremonia. Era Daniel López, un fiel defensor de las monjas que la madrugada anterior ya se había acercado al convento para dialogar con Casanova y Egío, capellán de Santa Faz y deán de San Nicolás, respectivamente.

El primer episodio de tensión se vivió justo en ese momento, cuando un hombre se acercó al corro que esperaba la lectura del escrito y les recriminó que «para hablar, primero hay que entrar a la misa». Tras un pequeño rifirrafe, llegó la calma. Pero apenas dos minutos después, cuando Ramón Egío pisó la plaza, se le increpó. Fueron varios quienes gritaron al déan de San Nicolás: «Fuera, fuera».

El manifiesto

«Nuestras hermanas no se iban porque así lo hubieran decidido. Lo hacían obligadas, llorando y con la pena metida en lo más profundo de su corazón», entonaba el arranque del manifiesto un emocionado Daniel López, quien habló de posibles intereses ocultos y de mentiras a todo un pueblo. «Era más importante echar a nuestras hermanas que custodiar nuestra Reliquia. La pregunta que todos nos hacemos es: ¿por qué?». La petición, apoyada con aplausos de todo el público, fue clara: la vuelta de las Clarisas.

Varios voluntarios se repartieron en cuatro mesas situadas alrededor de las inmediaciones. En tan solo dos horas, consiguieron 2.000 firmas para una petición que en un principio luchaba por evitar que las monjas se fueran del monasterio pero que ahora se ha visto obligada a transformarse en la demanda de un regreso. A este número de reclamaciones se suman las 1.000 registradas entre el pasado viernes y sábado y las 3.500 que secundaban la petición en Internet ayer al cierre de esta edición.