Las palabras de Ramón Egío en plena misa levantaron uno segundos de aplausos en la nave central de la iglesia. Sin embargo, esa tregua no fue muy duradera. Minutos después, una mujer que pasaba recogiendo la colecta musitaba: «Han echado a las monjas, las han echado.

Y ese descontento se multiplicó en la puerta del templo, donde se vivió una escena de tensión al salir de misa, con Ramón Egío todavía vistiendo el alba y la estola de sacerdote. El deán se encontró con un grupo de feligreses que no podían reprimir su enfado. Por mucho que el propio Egío -que fue capellán de Santa Faz durante uno años-, asegurara que tiene «muy presentes los recuerdos de la madre Concepción, de la madre Celesta, de sor Verónica o de sor Carmen» y de que nadie dude de que «si hay alguien que ame en este caso a la Santa Faz es uno que os está hablando», durante un momento vio como le increpaban porque estas personas no estaban de acuerdo cómo se había gestionado el problema.

«Todo se hubiera arreglado trayendo a las hermanas que se llevaron fuera hace meses. No nos creemos que las Clarisas se hayan querido ir por gusto del convento» manifestaban con vehemencia algunas señoras que no atendían las razones del deán catedralicio. Si el ambiente ya estaba cargado desde hace un par de días, la presencia de un representante del Cabildo y el Obispado sirvió para expresar críticas directamente, que el deán soportó de forma estoica.

La respuesta de Ramón Egío fue: «Confiad en el pastor, que no quiere el mal de sus ovejas».