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Juan R. Gil

¿Cómo habéis podido hacerlo tan mal?

La polémica en la que desde hace ya dos semanas se está viendo envuelta la coalición Compromís en Alicante y su líder en el Ayuntamiento de la capital, Natxo Bellido, por la adjudicación directa de servicios a Escola Valenciana, entidad muy vinculada a esa fuerza política y cuyo único asalariado en esta delegación es un destacado miembro de su dirección, Ismael Vicedo, pareja además de la edil María José Espuch, es un caso de pequeñas cantidades pero de grandes contradicciones. El problema es que, en lo que toca a los procedimientos administrativos, los importes tienen menos relevancia que la rectitud de los expedientes, incluso si todo está dentro de un marco de legalidad; y en lo que incumbe al comportamiento político las contradicciones tienen una formidable capacidad para fulminar en un minuto discursos (ahora le llaman relatos) construidos a lo largo de mucho tiempo y poner en evidencia a sus portavoces.

Compromís era la única organización de la izquierda, de las tres que pactaron el gobierno municipal que aupó a la Alcaldía tras las pasadas elecciones al abogado del PSOE Gabriel Echávarri, que había transitado los tres años de desbarajuste que vinieron a continuación sin apenas mancharse. De sus socios, qué decir: Guanyar no ha tenido uno, sino dos casos de irregularidades graves, uno de los cuales provocó nada más empezar la legislatura la expulsión de la única edil podemita del conglomerado amparado bajo esas siglas, Nerea Belmonte, lo que terminó a la postre devolviéndole merced a su voto tránsfuga el gobierno al PP, y el otro, el que afecta al que fuera concejal de Limpieza, Víctor Domínguez, que de momento ya se ha cobrado la cabeza de este en el Consistorio pero mantiene a Esquerra Unida en Alicante fracturada en dos legiones: la de sus partidarios y la de los todavía fieles al portavoz, Miguel Ángel Pavón. El PSOE, por su parte, perdió la Alcaldía, tiene al que fuera su titular a punto de sentarse en el banquillo acusado de ilegalidades en contratos y de despotismo con una funcionaria, ha visto cómo se largaba también una de las concejalas con más poder al principio del mandato... Un roto cuya sola enumeración deja con la boca abierta a cualquiera que no lo haya vivido en directo.

Frente a los otros dos, Compromís se había esforzado en aparecer como la formación «tranquila» pero, ay, también como el guardián de las esencias. La alternativa que exigía transparencia hasta en la mayor nimiedad. La que se erigió en medida de los comportamientos higiénicos y el buen gobierno y juez político y moral de todos los demás, socios o rivales. Se pueden llenar páginas y páginas solo con resúmenes de ese discurso en boca de sus dirigentes, pero sobre todo, probablemente condicionado por la anómala situación que se ha vivido estos años en el Ayuntamiento, pero también por un oportunismo evidente, en boca de Natxo Bellido.

Todo eso se ha venido abajo ahora que sabemos que también Compromís, con la firma de Bellido, hacía adjudicaciones a organizaciones próximas sin justificación suficiente, cambiaba sobre la marcha las reglas del juego (de convenio a encargo directo), no cumplía las normas de transparencia que ellos mismos habían fijado para sí y para los demás e incluso consentía, como publicamos hoy, que la edil Espuch contratara directamente con la asociación que gestionaba aquí su compañero. Pequeñas cantidades, casi irrisoria alguna. Pero ya hemos dicho que no es del huevo, sino del fuero de lo que hablamos.

¿Quiere esto decir que Compromís es una fuerza política que navega en la irregularidad o en cosas peores? ¿O que lo es Bellido? No, que sepamos. Pero por mucho que quieran ahora mirar para otro lado, todo esto les debilita, menoscaba a sus candidatos y a sus estandartes públicos y pone en evidencia a la organización. Resulta increíble que una fuerza política que tan exigente ha sido con los demás dé una estruendosa (e imperdonable) callada por respuesta ahora que la cuestionada es ella: sus comités de dirección se pasan el día cruzándose mensajes sobre el asunto, pero no consideran que los ciudadanos merezcan, ni una reunión formal por su parte para abordar el tema, ni una declaración, a pesar de que los afectados están en dichos comités con cargos muy relevantes. ¿Le costará esto la candidatura a Bellido? No creo, salvo que surjan cosas que no conozcamos. En términos de imagen, relevarlo le supondría a Compromís una quiebra irreparable. Pero Bellido, y con él sus siglas, van a estar a partir de ahora muy maniatados. Y eso también va a tener un gravoso coste para los de Mónica Oltra.

Una situación, la de debilitamiento de Compromís en Alicante, que no parece posible que pueda aprovecharla el PSOE, con lo que sigue haciendo aquí. A la hora en que escribo, no sé si el comité federal socialista ha hecho alguna indicación acerca de la pretendida candidatura, manejada por Ángel Franco, de Andrés García Trillo, médico del Ayuntamiento a la Alcaldía. Sería una nueva certificación del enorme fracaso de la agrupación local socialista, incapaz de encontrar un candidato entre sus filas y secuestrada por un dirigente que les lleva de fiasco en fiasco desde hace más de dos décadas, pero también de la propia dirección del PSPV, que buscaba un mirlo blanco y se ha encontrado, por su pasmosa torpeza, con un marrón.

Quizá por su formación, Ángel Franco es una máquina de fabricar sofismas y ponerlos a circular con éxito. Si fuera un millenial, no tendría precio en estos tiempos de fake news. Entre los muchos que ahora maneja, está el de que se está siendo injusto con un hombre, su candidato, al que no se conoce. Claro. Ahí está una de las claves, en que en una ciudad tan pequeña como en lo político es Alicante, no se conozca actividad alguna de quien, de repente, se nos presenta como la solución del Partido Socialista. Pero en lo tocante a los juicios sin conocimiento, les recomiendo, a los que no lo hayan hecho ya, que lean el artículo publicado el viernes en este periódico por el exdirector del Teatro Principal, Luis de Castro. En un texto muy honesto (a estas alturas, el autor se ha ganado ya el decir lo que quiera), Luis de Castro elogia al posible candidato socialista admitiendo de antemano la amistad que desde hace años mantiene con él. La cuestión es que en un pasaje, él que lo conoce bien, escribe (y fíjense literalmente en lo que De Castro señala entre paréntesis y yo he puesto en negritas): «es un médico funcionario del ayuntamiento, de carácter abierto, simpático y al que todo el mundo (incluido yo mismo) situaba más escorado hacia la derecha que hacia la izquierda». Bueno, pues ya está dicho todo. A partir de ahí, no es a García Trillo sino al PSPV al que le corresponde explicar a sus afiliados y a sus electores que hace una persona al que sus propios amigos definen como «más escorada hacia la derecha que hacia la izquierda» compitiendo para encabezar la candidatura municipal socialista en la quinta capital de provincia de España y la segunda ciudad más importante de la Comunitat Valenciana.

La legislatura que enfila ya su recta final ha sido terrible para la izquierda en Alicante. Pero cuando creíamos que nada podía ser peor, las principales fuerzas políticas que la forman parecen prepararse para darnos disgustos aún mayores. Y con ello, si Pedro Sánchez sigue gobernando en Madrid y el pacto del Botánico consigue revalidar otro mandato en la Generalitat tras las próximas elecciones, Alicante seguirá descolgada, profundizando en su aislamiento y su irrelevancia política. Ese, y no lo que les pase a cada uno de los protagonistas individualmente, es el drama. Y la traición.

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