Las Clarisas abandonan el monasterio de la Santa Faz

Las Clarisas abandonan el monasterio de la Santa Faz

Tristeza, rabia y dolor. Sentimientos amargos que brotaban anoche por los poros de los vecinos de Santa Faz que se encontraban presentes en el momento en que dos coches salían del monasterio. En su interior iban seis religiosas clarisas, tres de ellas eran las monjas que todavía vivían en el interior del convento y que se marcharon entre lágrimas. Las otras tres eran las dos conductoras de los vehículos y una acompañante.

De esta forma tan precipitada las Clarisas dejaban de custodiar la reliquia de la Faz Divina. Por sorpresa, solo veinticuatro horas después de que Obispado y Federación de Clarisas emitieran comunicados garantizando que la Santa Faz nunca se quedaría sin custodia. Ayer, durante varias horas, tras la marcha de las monjas y el cierre de la iglesia por parte del capellán, la Santa Faz permaneció en un inmueble vacío, rodeado en el exterior por los fieles que se lamentaban de la situación. Los feligreses apuntaron que una salida tan abrupta e inesperada respondía a una política de hechos consumados frente a la movilización que está previsto que se celebre este mediodía.

Se marcharon «con nocturnidad y alevosía, nos han dado un ataque directo al corazón de todos los alicantinos», aseguraba anoche un vecino que temía que la salida de las Clarisas fuera inminente, «pero no de esta forma, nos hemos quedado de piedra».

Otra vecina, casi entre lágrimas, comentaba que ella «tenía la corazonada de que hoy se las llevaban, no me digas por qué, pero tenía el pálpito de que se las llevaban». Y con esa sensación, esta mujer dejó su coche aparcado al lado del huerto. «Cuando he decidido irme, veo que la puerta del huerto está abierta. Me he quedado mirando porque no es normal, y entonces veo salir un coche. Me acerco y cuál es mi sorpresa que veo salir conduciendo a las monjas, a nuestras monjitas. Nuestras monjitas del alma que nosotros no queremos que se marchen. Me he puesto muy nerviosa, pienso que me tenía que haber tirado delante del coche. He intentado que parara el coche pero no nos ha dado tiempo. Y entonces hemos visto el segundo coche, cargado de enseres».

El capellán de la Santa Faz, José Luis Casanova, ya en la calle, aseguraba a preguntas de los vecinos desconocer si las monjas estaban o no. Dijo que pediría información al Obispado. Y se marchó. Más tarde, a preguntas de este diario sobre la marcha de las monjas, afirmó que «ahora mismo la seguridad es máxima en la Santa Faz y todas las alarmas funcionan correctamente». Mientras, llegaba una patrulla de la Policía Nacional alertada por la alarma del monasterio que se había disparado.

Hasta casi una hora y media después, en torno a las diez de la noche, la Reliquia estuvo sin custodia hasta que llegó el alcalde, Luis Barcala, acompañado por el concejal de Fiestas y Seguridad, Jose Ramón González, junto con una patrulla de la Policía Local.

Vigilia urgente

El alcalde tuvo conocimiento de la marcha de las Clarisas por INFORMACIÓN y abandonó con celeridad un acto en el que se encontraba para acudir de urgencia al monasterio. Una vez allí, Barcala y González, junto con el jefe de la Policía Local, organizaron un operativo de vigilancia para «garantizar la seguridad del caserío y de la propia reliquia, por ser una prioridad para nosotros».

Por este motivo, Barcala ordenó que efectivos de la Policía Local permanecieran durante toda la noche, «y hasta que ello sea necesario», vigilando y asegurando todo el perímetro exterior y los accesos al monasterio, «particularmente los de acceso a la Reliquia»

Además, el alcalde pidió al Cabildo y al Obispado, «con la finalidad de que la reliquia no permanezca sola y se rompa una tradición de 500 años», que asuma «la custodia del interior del recinto religioso y del entorno del camarín mediante una vigilia que realizaron durante toda la noche seminaristas mayores de esta Diócesis». El grupo de seminaristas enviados por el obispo, llegaron minutos antes de la doce de la noche al monasterio.

Barcala apeló a la «tranquilidad y a la sensatez de todos». Deseos difíciles de conseguir debido a que la indignación es cada vez mayor en Santa Faz, donde el símbolo de los alicantinos ya no tiene monjitas.

La Policía Nacional acudió al saltar la alarma, al poco de marcharse las hermanas

La presencia de una patrulla de la Policía Nacional, minutos después de irse las monjas, no tranquilizó en absoluto a los vecinos. Los agentes acudieron porque se disparó la alarma del monasterio, y por eso se presentaron en el lugar para comprobar que no había sucedido ningún incidente. Los agentes llamaron a la puerta, pero el inmueble estaba vacío. Según los vecinos, la alarma saltó porque la última monja cerró la puerta de forma precipitada y «no conectó de manera correcta la alarma». Al tocar el timbre los vecinos de forma insistente para saber si había algien dentro del monasterio, la alarma saltó. Lo ocurrido agravó el malestar por parte del Ayuntamiento de Alicante, que no estaba de acuerdo con la forma de actuar, en especial porque no se les informó cuando el viernes se les aseguró que estarían «totalmente informados» y que iban a estar permanentemente informados a través de «una vía directa de diálogo con el Cabildo de la Concatedral».

La plataforma ciudadana mantiene hoy domingo su movilización en el monasterio

En poco más de 24 horas, la plataforma ciudadana organizada para que las clarisas no abandonen el monasterio, superó las 4.000 firmas. En los impresos repartidos por comercios y establecimientos de hostelería de la pedanía estamparon su rúbrica un millar de personas, que se sumaron a las cerca de 3.000 firmas registradas a través la plataforma de internet Change.org. Pero la presión de este grupo espontáneo, no ha hecho más que empezar. Hoy domingo, el amplio dispositivo de recogida de firmas organizado a partir de las 11.30 horas, minutos antes de la misa programada a las 12.00 horas, se recogerán firmas. En lugar de pedir que no se vayan las religiosas, ahora se exigirá que regresen al monasterio. Está previsto colocar tres grupos de dos mesas en lugares estratégicos, como la puerta principal del templo, la fachada lateral cercana a la salida del camerín y un punto intermedio entre el Hostal Santa Faz y la calle Verónica.