«Hemos conseguido duplicar la expectativa de vida en los últimos cien años, algo para lo que antes se tardaron 10.000 años, pero no creo que lleguemos a la inmortalidad. De momento nadie ha superado los 122 años». Esta fue una de las reflexiones del inmunólogo del CSIC Carlos Martínez, que ayer ofreció la conferencia «Ciencia y progreso Social como objetivos necesarios del siglo XXI» dentro del Aula de la Ciencia de la Sede de la Universidad de Alicante (UA).

El ser humano ha logrado estos avances en gran medida gracias a las vacunas y a los antibióticos, destacó este investigador, y en estos momentos la ciencia se encuentra ante un cambio de paradigma por los avances tecnológicos que van hacia una medicina cada vez más personalizada. El salto llegará de la mano de la epigenómica, la edición genómica del CRISPR, los avances en el conocimiento del cerebro y la Inteligencia Artificial que ya permiten modificar genes para retrasar el envejecimiento en animales aunque «aún no sabemos cuándo se aplicará a los humanos». Los científicos están volcados ahora en identificar las causas del envejecimiento porque es el principal factor de riesgo en enfermedades como el cáncer, las patologías neurodegenerativas o las cardiovasculares. Se trata de retrasar el envejecimiento para «vivir más y mejor». «En ciencia nunca se puede predecir nada, pero la experimentación con animales ya no es una quimera, es una realidad», apuntó este experto. «Esta circunstancia debería abrir un debate social porque las implicaciones sociales son enormes. Si nos jubilamos a los 65-70 años y vivimos hasta los 120 habrá que pensar cómo contribuirán estas personas a la sociedad todos esos años».

«Por primera vez en la historia somos dueños de nuestro futuro, pero debe ser la sociedad en su conjunto la que decida el cómo y el cuándo. Los científicos generamos el conocimiento pero los límites los deben poner los ciudadanos», subrayó. En este sentido, consideró necesario «alfabetizar a la sociedad en ciencia» para que sea capaz de tomar decisiones informadas. Y también abogó por la creación de un comité para asesorar sobre ciencia al Congreso de los Diputados, al Gobierno e incluso al Rey. Asimismo instó a diponer de un «Estado económicamente fuerte» que aporte un presupuesto suficiente a la investigación y evitar así «brechas en el beneficio de los avances científicos».

«Actualmente la manipulación genética por ejemplo está prohibida por la Unesco, pero el día de mañana quizá desde el punto de vista científico se les pueda preguntar a unos padres si quieren que su embrión tenga una mayor resistencia a los tumores y debemos estar preparados», argumentó Martínez.

Preguntado sobre el movimiento antivacunas, el inmunólogo se mostró tajante. «Es patético y una postura irresponsable porque no pone en riesgo sólo a un individuo sino a toda la sociedad. Las vacunas han conseguido erradicar dos enfermedades, la viruela y la polio. Los antivacunas no tienen ninguna base científica». Asimismo alertó de los riesgos de la automedicación al hacer a las bacterias resistentes a los antibióticos aunque afirmó que «se están produciendo avances extraordinarios en la nueva generación de antibióticos».