Un dictamen con sorpresa. El informe sobre el Cambio Climático aprobado anteayer en el Congreso, y que plantea redimensionar los trasvases en España debido a la posible reducción general de las lluvias que aportan agua a los ríos incluye, paradójicamente, el aval de los expertos a un nuevo trasvase de aguas desde los ríos Tinto, Odiel y Cuentas (demarcación hidrográfica Atlántica Andaluza) a la cuenca del Guadalquivir, en una situación análoga al hoy cuestionado trasvase Tajo-Segura.

En concreto, 20 hm³ de agua todos los años para garantizar el abastecimiento de Andalucía, algo que el Parlamento andaluz reclamó el noviembre de 2017 y que ahora recibe el apoyo del Congreso. La misma cámara baja donde el jueves se aprobaba un dictamen que cuestiona el futuro del Tajo-Segura, acueducto estratégico para la provincia de Alicante. «Todo lo que se viene comentando en los últimos meses es un disparate. Nos quieren hacer comulgar con el agua desalada y residual depurada y cargarse los trasvases. Sólo hay que mirar cómo está el Júcar-Vinalopó cuando, además, en Europa se comienza a legislar para poner más trabas y controles al uso del agua residual depurada», subrayó ayer Ángel Urbina, portavoz de la comisión técnica del agua de la Diputación y presidente de los regantes de San Enrique.

El Gobierno ha recortado desde 2016 casi a la mitad el envío de agua de Tajo a la provincia al pasar de los 38 hm3 mensuales que hubieran correspondido con las antiguas normas de explotación, a los 20 hm3 que se aprobaron en el último trasvase para este octubre. Los regantes denuncian, en este sentido, que sigue sin resolverse el tema de la cesión de derechos (compra de agua en otras cuencas) que se incluyó en el memorándum y no se ha desarrollado. Algo que exigen hasta las Cortes Valencianas, poco sensibles con los intereses hídricos de la provincia.

La cabecera del Tajo soporta el 85% de la demanda de agua y tan sólo tiene el 45 % de los recursos. Este río acusa, además, una fuerte diferencia hidrográfica y climática, ya que tiene una cabecera hidrográfica, en la cordillera Ibérica, y una cabecera pluviométrica en los macizos de Guadarrama y, sobre todo, de Gredos con grandes desequilibrios de lluvias. En la cabecera llueve menos incluso que en el río Segura, con precipitaciones medias anuales que no suelen superar los 500 litros por metro cuadrado. En cambio, en la cabecera donde llueve, que ese encuentra en la sierra de Gredos, las precipitaciones se sitúan entre 2.000 y 2.500 litros por metro cuadrado al año. Algo denunciado desde hace años por el Instituto Interuniversitario de Geografía de la Universidad de Alicante y que sigue sin resolverse. O sea, agua hay.

Alicante se juega más de dos mil millones de euros al año de la producción hortofrutícola que depende del trasvase. El agua del Tajo es irrenunciable y no se puede sustituir por la desalada, ocho veces más cara. En concreto, Alicante exporta todos los meses a Europa, y norte de África toneladas de frutas y verduras, cereales, azúcar, café, cacao, carne, lácteos, huevos, carne, semillas y frutos oleaginosos.