«Siempre me ha llamado la atención la tecnología que hay detrás de un móvil, cómo se programa, los mecanismos que se utilizan para que funcione. Después de escuchar a las ponentes lo tengo claro, quiero ser ingeniera informática. Me han animado mucho y creo que es el futuro». Marta Grimaldos, del IES San Vicente, es una de los más de 1.200 alumnos de ESO y Bachillerato llegados de toda la provincia que ayer asistieron al encuentro «Girls4Tech» en el Auditorio Provincial (ADDA). Y es el perfecto ejemplo de lo que buscaba esta iniciativa, despertar el interés de las niñas por las carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas en sus siglas en inglés).

Organizado por la Fundación Esperanza Pertusa, de la empresa Gioseppo, el encuentro arrancó con la música de «Imagine», de John Lennon, que los estudiantes corearon alzando sus móviles encendidos en la oscuridad. A la cita, que inauguró oficialmente el alcalde, Luis Barcala, no quisieron faltar el delegado del gobierno de la Generalitat en la provincia, Esteban Vallejo, el rector de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH) y la vicerrectora de Estudiantes de la Universidad de Alicante, Nuria Grané.

El primer plato fuerte de la jornada fue la intervención de la ingeniera de Telecomunicaciones y directora de Investigación en Ciencias de Datos en Vodafone, Nuria Oliver. La alicantina puso el acento en el escaso número de mujeres que cursan ingeniería informática, que no llega al 20%, «cuando las niñas usan la tecnología igual que los niños o más». «Tenemos que llegar, al menos, al 50%», instó Oliver. Esta situación se traduce después en que menos del 20% de las plantillas de las grandes empresas tecnológicas son mujeres y menos de un 5% de las start ups que consiguen financiación están creadas por mujeres. «Vivimos en un mundo tecnológico, pero es un mundo mayoritariamente diseñado por hombres, creo que hay que cambiarlo y está en vuestras manos hacerlo», dijo animando al auditorio.

Nativos digitales

Los motivos por los que las niñas no eligen carreras STEM pese a ser mayoritarias ya en los estudios universitarios tiene causas variadas. Oliver destacó los estereotipos sociales y la imagen que se tiene de los programadores y los científicos, los sesgos de género y la falta de visibilidad de las mujeres en el mundo científico y tecnológico. La ingeniera negó que la generación actual sea la de los «nativos digitales» porque «ser nativo digital no es mandar WhatsApps, es saber programar y conocer cómo funcionan las redes y el hardware de los móviles». Además, alertó de la brecha salarial. «Por cada dólar que gana un hombre en las disciplinas STEM, una mujer gana 86 céntimos», informó. Tras Oliver tomó la palabra la directora de Youth for Technology Foundation, Njideka Harri, quien explicó a los alumnos el «poder de la tecnología para cambiar el mundo». Su ONG ha formado ya en tecnología a 1,8 millones de niñas y mujeres desfavorecidas en Nigeria, Kenia, Uganda, Colombia y Estados Unidos. A la vez ha ayudado a «derribar barreras culturales y educativas porque las niñas veían cuestionada su feminidad si se dedicaban a las STEM», explicó. «Estamos inmersos en la cuarta revolución industrial por las tecnologías disruptivas que se aplicarán a los procesos productivos y hay que empoderar a las niñas para que sean capaces de diseñar y crear sus productos», afirmó Harri. Por eso tiene en marcha programas «Girls4Tech» en África.

Lejos de asustarse ante este gran reto social, parte de las jóvenes asistentes al encuentro se mostraron decididas a cambiar las cosas. «Nunca había programado un robot y pensaba que era dificilísimo pero me ha encantado y el año que viene elegiré ciencia tecnológica porque quiero seguir con esto», aseguró Martina Russo que, junto a otras nueve compañeras de Maristas, se apuntó a la masterclass de robótica ofrecida por la entidad Pluma y Arroba. Las diez presentaron al auditorio a los robots «Carlitos», que bailó la Macarena, y Aquiles, que demostró dotes para el kung fu, así como a dos drones capaces de despegar en vertical y alcanzar los 50 metros. Los cuatro están programados por ellas. «Es verdad que quizá lo tengamos más difícil por ser chica tanto para la carrera como para trabajar después. Cuando te enteras de los datos de brecha salarial que ha explicado Nuria Oliver te das cuenta de la realidad, de que te infravaloran por ser mujer y hay que luchar para cambiarlo. Es un reto», añade Lucía Quero, otra de las programadoras, pero todas salieron convencidas de la jornada de convertirse en ingenieras y trabajar por el bien social.

Emprendedoras

Otro ejemplo en esta línea compartido ayer fue el de las tres finalistas del Technovation Challenge Andrea Escortell, Inés Mut, Amelia González. Estas alumnas de Xàbia crearon una app para poner en contacto a personas mayores que viven solas y jóvenes que quieren viajar para que se queden en sus casas. Y les valió una semana en Sillicon Valley. Manuel Llorca, profesor de la Universidad Politécnica de Valencia presentó la «First Lego League» un desafío internacional cuyo objetivo es despertar el interés de jóvenes por la ciencia y la tecnología. Y los profesores de la Vega Baja Fulgencio Bermejo y Ramón Cayuelas contaron cómo le realizaron en una impresora 3D una prótesis a Conchi, una niña que nació sin parte de su brazo izquierdo y que ayer demostró a los presentes lo bien que se maneja con su patinete gracias a ellos.