Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Análisis

Möet Chandon para preparar un arroz con conejo y caracoles

Las Cortes Valencianas han demostrado, con su votación a favor de la toma del agua del Júcar que perjudica a la provincia, que Alicante no solo no pinta nada en Madrid, sino tampoco en Valencia

Möet Chandon para preparar un arroz con conejo y caracoles

Aunque era un secreto a voces que la provincia de Alicante no pinta nada en Madrid en la reivindicación por contar con agua en cantidad, calidad y precio (ese mantra que tanto gusta proclamar a los padres de la patria), no deja de sorprender cómo en la semana en la que las Cortes y el Consell debían retratarse y demostrar que velan por los intereses de sus administrados, 55 diputados hayan dado la espalda a 500.000 alicantinos. Diputados que votaron a favor de un informe sobre el problema hídrico en la Comunidad que avala el cambio de toma del Júcar-Vinalopó que solo encontró el rechazo de los 23 diputados del PP, ya metido en campaña electoral, porque tampoco puede sentirse orgulloso de cómo ha gestionado el problema. El PP, hoy de nuevo alineado con la reivindicación de los agricultores, no movió un papel del proyecto durante los seis años de Mariano Rajoy al frente del Gobierno para haber devuelto al Júcar-Vinalopó a la toma de Cortes.

Disfrazada en un informe para plantear soluciones al problema del agua en la Comunidad Valenciana -al menos parece que hay consenso en que tenemos un problema- la coordinadora del estudio, la diputada Graciela Ferrer, antitrasvasista convencida desde el primer minuto y por tanto no engaña a nadie, coló en el mismo la bendición parlamentaria al cambio de toma del agua del Júcar-Vinalopó, llevándola al Azud de la Marquesa. Un punto, en la desembocadura del río Júcar, en el que expertos y la propia Confederación del Júcar no solo llevan alertando desde hace años de que el agua no tiene calidad para asegurar el regadío, por ejemplo, de la uva de mesa o las hortalizas del Vinalopó, sino que, incluso, está prohibida para el consumo urbano debido a la presencia puntual de insecticidas y sustancias peligrosas, y no lo dicen los agricultores, lo afirman análisis oficiales.

Pues bien, ni cortos ni perezosos, 55 diputados del PSOE, Ciudadanos, Compromís y Podemos votaron favor -la mayoría ni se habrán leído el informe- de un texto donde queda negro sobre blanco la validez de un proyecto que costó 400 millones de euros de ese dinero público que parece que no es de nadie, y que están literalmente en la basura porque el trasvase no funciona ni para traer agua de censurable calidad para el regadío. Solo por eso, alguno debiera dejar su escaño en un parlamento, el valenciano, donde, una vez más, se evidencia que los problemas del agua en Alicante no interesan ni a los diputados alicantinos, por muy buena intención que intente trasladar, entre otros, David Cerdán, aspense de cuna, y el único que hasta ahora había mostrado cierta sensibilidad con los problemas del trasvase. El jueves, como todos, se retrató porque en este tema no vale con refugiarse en las conclusiones.

Las Cortes han validado, por tanto, un proyecto que deja al pie de los caballos a los regantes y usuarios del agua del trasvase en las comarcas del Vinalopó, l'Alacantí y la Marina Baixa, en la batalla legal que libran desde 2005 con el Gobierno central por el que han pasado el PSOE, autor del cambio, y el PP, palmero después, para tratar de recuperar la toma de Cortes de Pallás, o añadir cualquier otra toma del agua para el trasvase del Júcar a la provincia que garantice caudal de calidad para regar y para beber. Es grave que nadie se acuerde a estas alturas que la construcción del trasvase se concibió para solucionar el mayor problema ambiental de esta provincia, la sobreexplotación de sus acuíferos.

Hoy, con un informe en el que participaron 50 expertos -la mayoría advirtió que era un error el cambio de toma del agua- que avala el peor escenario para las comarcas del Vinalopó, parido en la propia Comunidad Valenciana, ¿quién puede presentarse en el Ministerio para la Transición Ecológica a pedir cambios en el trasvase... Una reivindicación que debían pelear también esos diputados elegidos por los alicantinos para defender los intereses de la provincia, los mismos que esta semana se han plegado a esa mayoría en las Cortes donde se piensa que Alicante debe vivir del cultivo de las tápenas y beber agua desalada del mar, caudal que, por ejemplo, en la capital de la provincia se capta a 1.300 metros de donde se vierte agua residual depurada y, en ocasiones, las menos afortunadamente, del váter.

Escuchar, por otro lado, que lo importante es olvidarse de lo que pasó en 2005 y lograr un buen trasvase para regar, y que al Vinalopó se puede llevar también agua desalada para dejar de extraer agua de los acuíferos, algunos ya con el agua a 500 metros de profundidad, resulta surrealista. O sea, que parte de lo que se depure en Mutxamel (desaladora que costó 90 millones de euros y sigue parada) pueda llegar a Elda, Novelda, Aspe, Villena. Técnicamente es posible pero ¿quién paga esa factura? ¿A qué precio? Al final, hasta terminaremos escuchando, o nos lo harán pensar, que casi es más barato que en Pinoso el celebrado arroz con conejo y caracoles se prepare con Möet Chandon dado el precio que puede alcanzar a este paso el agua potable. Parece un chiste, pero es muy grave. Tiempo al tiempo porque, para justificar lo injustificable, en la Comunidad contamos con maestros. Igual convendría que los Antonio Estañ, nacido en Callosa de Segura, corazón de la Vega Baja, o Graciela Ferrer, pisaran un poco más los bancales de la provincia de Alicante.

Compartir el artículo

stats