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Los focos, de nuevo, sobre Belmonte

La bajada del IBI que pretende Barcala dependerá del voto en el pleno de mañana de la tránsfuga, quien le aupó con su abstención a la Alcaldía

La concejala tránsfuga Nerea Belmonte, ex de Guanyar Rafa Arjones

Un día más, la concejala tránsfuga Nerea Belmonte será, a priori, la protagonista del pleno extraordinario convocado para mañana lunes, en el que el gobierno municipal liderado por el popular Luis Barcala pretende aprobar una rebaja de los impuestos, además de un paquete de 12 millones para inversiones en año electoral. Entre las ordenanzas a modificar, la más polémica es la que afecta al Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI), donde la izquierda y la derecha están totalmente divididas.

El ejecutivo local (ocho ediles), con el apoyo de Cs (cinco) y del tránsfuga Fernando Sepulcre, superó el trámite de la Comisión de Hacienda, pero necesitando el voto de calidad del alcalde. Y es que ambos bloques empataron a catorce votos, porque la concejala tránsfuga Nerea Belmonte, como ya es tradición, no acudió a la comisión previa al pleno. Esa votación del pasado lunes, sin embargo, no es definitiva. Mañana, en el pleno, se volverán a votar las enmiendas presentadas por Guanyar y Compromís que buscan bloquear el intento de Barcala de bajar un 5% lineal el IBI. El futuro de esas propuestas, si no se produce ningún cambio imprevisto en el voto de los grupos, dependerá de la posición que tome la exconcejala de Guanyar, si es que acude al pleno, del que ya se ausentó el pasado mayo. Así, de nuevo, Barcala sigue en manos de la tránsfuga Belmonte, que le aupó el pasado mes de abril a la Alcaldía con su abstención en el pleno de investidura celebrado tras la dimisión del socialista Gabriel Echávarri, forzado por sus dos procesamientos judiciales.

En estos seis meses desde el cambio al frente del gobierno municipal, la figura de Belmonte ha sido, muy a pesar de Barcala, protagonista de la actualidad municipal en Alicante. En los plenos, por sus comentarios, sus ausencias y sus votos. Fuera del Ayuntamiento, por ser el epicentro de los dos asuntos que la Fiscalía está investigando. Uno de los casos surgió tras sus palabras en el primer pleno de Barcala como alcalde, en el que Belmonte aseguró que desde la izquierda habían intentado comprar su voto a favor de la investidura de la socialista Eva Montesinos a cambio de un sueldo de 3.500 euros y un puesto en listas electorales. Esa «confesión» fue denunciada por dos vecinos ante la Fiscalía, lo que ha provocado que la propia Belmonte, su amiga-asesora Elsa Martínez y el exsenador Ángel Franco (éste en calidad de investigado) hayan desfilado en los últimos meses ante el Ministerio Público. Esta causa ya está en el juzgado, tras la denuncia trasladada por el fiscal Anticorrupción Felipe Briones.

Pero Belmonte también es protagonista del otro asunto investigado en Fiscalía, que forzó a Barcala a dar explicaciones en el pleno de junio: la contratación de un asesor del PP, vinculado a la tránsfuga. En este caso, fue la oposición en bloque (PSOE, Guanyar, Ciudadanos y Compromís) la que denunció el posible vínculo entre el voto en blanco de la tránsfuga en el pleno de investidura, clave para que Barcala se hicieron con la vara de mando hace medio año, y la contratación por parte del gobierno municipal del PP de un asesor que acompañó a Belmonte a varias reuniones en dependencias municipales y entidades sociales. Este caso, que aún está en Fiscalía, ha obligado a acudir al edificio de la Audiencia, entre otros, al propio asesor ya despedido, Miguel Ángel Redondo; al concejal de Infraestructuras, el popular Israel Cortés, y al jefe de Gabinete de Alcaldía, Vicente López. La investigación tiene ante sí tres caminos a día de hoy: que el fiscal cite a más personas a declarar, que decida archivar la causa o que dé traslado del asunto al juzgado de instrucción para que lo investigue.

Del último pleno municipal, celebrado a finales de septiembre, ni Barcala ni Belmonte deben guardar un buen recuerdo: la ex de Guanyar no logró que la corporación (tras la unión de todos los grupos de la oposición) aprobase una modificación del Reglamento Orgánico de Pleno (ROP) para que los concejales no adscritos recuperasen derechos políticos (como acudir a todas las comisiones o disponer de despacho en el Ayuntamiento), mientras que Barcala experimentó la dificultad de gobernar en franca minoría (8 de 29 concejales) en un ejecutivo con una portavoz municipal en entredicho, perdiendo las votaciones más controvertidas y obligado a ser la voz del PP en los debates más polémicos. No fue un buen día para ninguno de ellos.

Apenas medio mes después, Belmonte apunta a ser una vez más la protagonista del pleno de mañana, en el que Barcala tiene difícil salir totalmente airoso. Para lograr su objetivo de aprobar la rebaja de impuestos (la polémica está en el IBI, ya que el resto -IVTM, IAE e ICIO- deben salir adelante sin mayor problema tras lo visto en la Comisión de Hacienda de principios de esta semana) tendrá que contar con que Belmonte, que llegó al Ayuntamiento de manos de Guanyar y Podemos, se abstenga o vote con la derecha, frente a la unión de los tres grupos de izquierda en contra de una medida que consideran «electoralista».

Si Belmonte apuesta por votar con sus excompañeros de bancada, los exsocios del tripartito, Barcala respirará por no ver ligado su nombre, una vez más, al de la concejala tránsfuga, pero en cambio saldrá derrotado en su propósito: la rebaja del IBI. Así que Belmonte apunta a ser, de nuevo, el centro de los focos del pleno de mañana, mientras que el alcalde se sitúa entre una victoria controvertida por el apoyo de Belmonte o una derrota desvinculada de la ex de Guanyar. Con independencia del resultado, la sombra de la tránsfuga seguirá persiguiendo a Barcala.

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