A las consultas de los odontopediatras llegan padres muy agobiados porque sus hijos rechinan y aprietan los dientes, emitiendo un sonido que resulta desquiciante. «Me dicen que tienen la sensación de que se les van a partir los dientes», señala Juana Rodríguez. Esta profesional les tranquiliza, explicándoles que los dientes no se van a mover del sitio. «En los casos más extremos sí que puede haber una abrasión dental, sobre todo en los incisivos y en las cúspides de las muelas». Lo que sí ocasiona el bruxismo en los más pequeños son dolores de cabeza al despertarse, también dolores en el oído y dolor en la mandíbula.
Salvo en casos muy extremos, los especialistas aconsejan esperar a que con el tiempo cese el bruxismo, ya que generalmente desaparece con la caída de los dientes de leche, en torno a los 10 años. «Cuando viene un niño a la consulta con este problema, lo que aconsejamos es hacer un seguimiento del caso, ya que pocas soluciones más hay. Las férulas que se usan en el caso de los adultos no se pueden emplear en los niños, ya que hay riesgo de que se atraganten con ellas mientras duermen», explica María Carmen Sánchez, directora Médica de la Clínica Dental Benalúa. Ante casos extremos se puede recomendar a las familias que acudan a un fisioterapeuta, «para que enseñe al niño ejercicios orientados a que relaje la mandíbula».
Otros motivos
En el menor de los casos el bruxismo esconde un motivo físico de la boca y en ocasiones «también está relacionado con problemas intestinales, en concreto con lombrices. En esos casos se detecta con una analítica de las heces y es muy sencillo de atajar», señala el pediatra Antonio Redondo.
En los adultos, el problema de bruxismo es galopante. «En los últimos años los casos han aumentado del 30% al 80% y están claramente relacionados con el estrés», señala Maria Carmen Sánchez.
Una reciente encuesta de la Organización Mundial de la Salud arrojó datos tan preocupantes como que el 30% de los niños españoles se sienten agobiados por las tareas del colegio y de casa.
