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Sin sentido ni sensibilidad

La Conselleria de Sanidad ha recortado cuatro especialistas del servicio de Oncología del Hospital de Sant Joan, un centro llamado a convertirse en referencia en el tratamiento del cáncer

Sin sentido ni sensibilidad

Hace año y medio el empresario Amancio Ortega dejaba una lluvia de millones en la provincia de Alicante para renovar la tecnología de los hospitales para la detección y el tratamiento del cáncer. Al Hospital de Sant Joan le tocó la lotería entonces, ya que buena parte de ese dinero llegará al centro alicantino, en concreto 6,8 millones de los 10 que el empresario ha destinado a la provincia. También por primera vez en años una conselleria de Sanidad parecía fijarse en este hospital, ubicado en una zona en expansión, que ha ido ganando población sin que le hayan acompañado las inversiones. Por fin había una hoja de ruta clara y dinero sobre la mesa para hacer que el centro sanitario se convirtiera en referencia para el tratamiento del cáncer en la provincia.

Un año y medio después, trabajadores y pacientes del hospital asisten estupefactos y con desolación al recorte de especialistas en el servicio de Oncología por parte de la Conselleria de Sanidad. Cuatro, ni más ni menos. Se marchan al Hospital de la Marina Baixa, que por fin va a tener una unidad propia, muy merecida y reivindicada por su gerente, ya que llevaban años compartiendo recursos con Sant Joan. Pero la decisión deja al centro alicantino literalmente en paños menores. Con cinco especialistas para a 217.000 pacientes (una de las peores ratios de la provincia) y sin que en el horizonte se prevea un aumento de plantilla. Las cosas se podrían haber hecho de otro modo, más cuando el tema lleva un par de años tratándose en los despachos de la conselleria, con tiras y aflojas por parte de las direcciones de ambos hospitales reivindicando sus legítimos intereses.

En lugar de reforzar ambos servicios con más personal, el departamento de Ana Barceló ha optado por la decisión nada salomónica de dividir la plantilla. Y que cada uno se apañe con lo poco que tiene, ya que la ratio de la Marina Baixa tampoco es para echar cohetes.

Sanidad, que ha creado el problema, trata ahora de convencer a los pacientes de que la pérdida de oncólogos no se va a notar en el día a día del hospital. Y mientras, en las redes sociales se ha librado una batalla dialéctica, más propia de un patio de colegio, en la que se han visto inmersos oncólogos, jefes de servicio, gerentes, un cargo intermedio de la conselleria y hasta la propia consellera. Los trapos sucios se han lavado delante de todo el mundo, con acusaciones muy graves hacia el Hospital de Sant Joan. Una batalla de mensajes, «me gusta» y compartidos en la que han brillado por su ausencia las muestras de apoyo al servicio de Oncología. Ninguna crítica a lo que está sucediendo, ningún respaldo al hospital.

¿Envidias? En los últimos años la unidad de Oncología de Sant Joan ha ido adquiriendo peso y renombre y ha ganado cuatro veces consecutivas los premios Best in Class al mejor servicio de España, uno de los galardones más prestigiosos en el ámbito sanitario. Además, es el hospital de la provincia que más dinero ha recibido del fundador de Inditex. Un servicio fuerte lo es también para recibir dinero para la investigación por parte de los laboratorios. Fondos anhelados por cualquier servicio de la provincia. Un hospital débil significa dinero para otros centros.

También están en juego a corto y medio plazo varias jefaturas de servicio de Oncología que periódicamente salen a concurso. Quizá eso explique el silencio cómplice de algunos oncólogos que prefieren no hablar por no molestar a la conselleria. O a lo mejor se debe a la batalla encarnizada que ha emprendido Sanidad en los últimos diez días para que nadie alce la voz más de lo necesario. Hay médicos que confiesan que tienen miedo de pronunciarse, sobre todo si no cuentan con una plaza estable.

Y en medio de esta batalla de despachos y acusaciones, los pacientes. Los grandes olvidados, pese a ser los grandes perjudicados. Oficialmente nadie les informó de nada hasta tres días después de que cuatro de sus oncólogos se marcharan. Muchos tuvieron que enterarse por la prensa de que tenían que cambiar de especialista, con todo lo que eso supone en una enfermedad como el cáncer. La sensibilidad ha brillado por su ausencia mientras la pelota se le ha atragantado a Sanidad. Decenas de miles de firmas en internet, una investigación del Síndic en marcha y unas elecciones a la vuelta de la esquina. La recién llegada a la Conselleria de Sanidad, la socialista Ana Barceló, no está demostrando la mejor eficacia en la gestión sanitaria.

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