La despoblación, un fenómeno social que lleva décadas dejando panoramas desoladores en los pueblos, ha migrado ahora a las pequeñas ciudades, debido en gran parte a la falta de una adecuada comunicación, formando lo que el profesor Francisco Burillo denomina como la Laponia española. Tal es el nivel de éxodo y despoblación en la provincia de Teruel que, a modo jocoso, el presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Teruel, Pepe Polo, refería que la provincia aragonesa se había quedado ayer vacía por la cantidad de personas que decidieron unirse a la marcha que recorría las calles de València.

Unos 20 autobuses provenientes de Teruel descargaban el domingo por la mañana centenares y centenares de personas en la capital del Turia. Algunos, incluso, decidieron hacer uso de ese «tren tercermundista» al que «adelantan hasta los tractores» y con el que, de cumplirse la promesa de mejora del tramo ferroviario entre Zaragoza y Sagunt, no habrían tardado más de una hora.

Este fue un compromiso que adquirió España en el Plan Estratégico de Infraestructuras y Transportes (PEI) en 2005 y que proyectaba actuaciones en infraestructuras y transportes desde ese año al 2020 por el Ministerio de Fomento con una inversión total de 241.392 millones de euros. Esta fue presentada el 4 de noviembre de 2009 en Zaragoza por el ministro de Fomento José Blanco y fue aprobada en 2011 por la Dirección General de Infraestructuras Ferroviarias.

No obstante, y bajo la sorpresa e incredulidad de muchos, hace apenas unos meses Europa anunciaba que no incluiría el tramo Zaragoza-Teruel-València dentro del Nuevo Reglamento CEF (Mecanismo Conectar Europa) de la Red Transeuropea de Transportes.

Las asociaciones vecinales pusieron entonces el grito en el cielo e iniciaron una serie de movilizaciones que han tenido como colofón la multitudinaria marcha de ayer (que se inició a las 11 horas en la Estación del Norte de València y, tras recorrer la calle Colón, finalizó en la Avenida Navarro Reverter) en la que, entre 50.000 personas, según datos de los organizadores, y 15.000, según la Policía Local, unían fuerzas para «no perder el tren» del corredor cantábrico-mediterráneo.

«Es indispensable para nuestras comunidades que se abran posibilidades de distribución inéditas hacia los mercados europeos», decían ayer portavoces de la Confederación de Asociaciones Vecinales y Consumidores de la Comunidad Valenciana (Cave-cova) en la lectura del manifiesto.

En él, el presidente de Cave-Cova, Juan Antonio Caballero, insistió en que ni Aragón ni la Comunidad Valenciana son «más que nadie», pero «tampoco menos que nadie».

Y es que las condiciones en las que se encuentra la red ferroviaria dificultan en gran medida que el transporte de mercancías pueda ser eficaz. «El otro día incluso un tractor adelantó al tren que une actualmente Teruel con València», indicó Caballero mientras leía el manifiesto. «Una gran metáfora de que debemos avanzar en esta lucha por el futuro del corredor» porque, añadió, «no queremos morir en la invisibilización».

Más de 100 organizaciones participaron ayer en la marcha, entre ellas, CC OO (de la Comunidad Valenciana y Aragón), UGT (tanto valenciana como aragonesa), Intersindical, asociaciones vecinales, patronales como la CEV, Cepyme o la Autoridad Portuaria de València.