La suciedad, la falta de mantenimiento y el vandalismo campan a sus anchas en el barrio Miguel Hernández, antiguo José Antonio. En las últimas 24 horas, los vecinos han tenido que movilizarse para apagar un carro de la compra al que alguien había prendido fuego y llamar a los bomberos ante la caída de una rama de palmera. Hechos que resumen la situación de abandono que vive esta zona de la ciudad. «Llevamos cuatro meses pidiendo una reunión con el concejal de Seguridad y con el alcalde para trasladarle todos nuestros problemas, pero no nos hacen caso», lamenta Lisardo Gabarre, presidente de la asociación de vecinos.

Entre otras reivindicaciones, los residentes piden mayor presencia policial en el barrio. «Es habitual ver pandillas de otras zonas de la ciudad que desguazan una moto en mitad de la calle o como el otro día, pegan fuego a un carro». Los vecinos piden no sólo más presencia policial, «también que esta sea más contundente. Si les llamamos porque alguien está armando follón, que acudan rápido y levanten acta». Gabarre asegura que la mayor parte de los vecinos son gente tranquila, «que lo único que deseamos es un barrio tranquilo. De hecho, nos enfrentamos con los grupos que vienen de otras zonas de la ciudad a armar follón».

Otro problema son las casas ocupadas ilegalmente, 130 de 425 con las que cuenta el barrio. Gabarre calcula que hasta un 7% de estas casas son usadas para el tráfico de droga al menudeo. «Estos pisos deberían ser desalojados de manera inmediata porque nos da miedo que el barrio acabe convirtiéndose en un foco de droga». También denuncia redes de ocupación de viviendas y cita el caso de un a familia del barrio que tiene ocupadas 14 casas. Respecto al resto de casos, el representante vecinal señala que hay todo tipo de situaciones. «La conselleria debería establecer prioridades porque hay familias con tres hijos que llevan esperando una vivienda pública 10 años y que ocupan una casa porque no tienen otra salida».

En este sentido, la asociación de vecinos denuncia que hay pisos de la conselleria cerrados por su mal estado y que no se arreglan y otros que se caen a pedazos sin que se actúe sobre ellos. La falta de mantenimiento es otro cáncer para este barrio. «Nunca podan y hace unos días tuvimos que llamar a los bomberos porque cayó la rama de una palmera y casi golpea a una niña». El campo de fútbol del barrio lleva dos años impracticable y los vecinos aseguran que se han cansado de pedir al Ayuntamiento un centro social para que puedan acudir los mayores del barrio. Gabarre también critica que la fuente de la plaza no se fumiga, «y los mosquitos se hinchan a picarnos».

En cuanto a la limpieza, también deja mucho que desear a juicio de Gabarre. «De acuerdo que no somos los más curiosos del mundo, pero podrían baldear de vez en cuando las calles y barrer, que hay zonas por las que nunca ha pasado una escoba».