El bótox, más allá de la estética. El Hospital General de Alicante ha logrado que hasta el 70% de los pacientes que sufren migraña crónica mejoren gracias al empleo de la toxina botulínica, conocida popularmente en el terreno de la estética para la eliminación de las arrugas.

No es el primer uso que se da al bótox en el ámbito sanitario, «pero hasta el momento se pensaba que solo se podía emplear para problemas musculares y recientemente se ha descubierto que también disminuye la sensibilidad de las fibras del dolor», explica Isabel Beltrán, responsable de la consulta de Cefaleas en el Hospital General de Alicante, adscrita al servicio de Neurología. De este modo, la toxina botulínica funciona haciendo que las fibras dolorosas sean menos sensibles y por lo tanto disminuye los dolores de cabeza que sufren las personas con migraña.

Más de un centenar de pacientes acuden a tratamiento en el Hospital General. En su mayor parte son enfermos que sufren episodios intensos de dolor y ven muy limitada su autonomía. «La migraña crónica se caracteriza porque el paciente presenta durante más de tres meses dolor de cabeza durante más de quince días al mes, de los cuales ocho son muy intensos», señala la doctora Beltrán. Cada tres meses, que es el tiempo que duran los efectos de la toxina, estos pacientes acuden a consulta en el Hospital General, donde se les pincha la toxina en la zona del cuello y alrededor del cráneo.

Más de treinta pinchazos en una sola sesión que ayudan al enfermo a mejorar. «Con este tratamiento toman menos medicamentos, que provocan efectos secundarios. De esta forma mejora la calidad de vida del paciente». Con el tiempo, además, algunos enfermos logran espaciar la frecuencia con la que tienen que acudir al hospital.

Los buenos resultados alcanzados con esta toxina han llevado a la dirección del servicio de Neurología a crear una consulta específica para tratar a estos enfermos.

En los hospitales públicos de la provincia, el bótox se emplea fundamentalmente para tratar enfermedades neurológicas o musculares.

Actualmente se emplea en enfermedades que conllevan una contracción excesiva o incontrolada de los músculos. Es el caso de la distonía focal en los párpados, que provoca que la persona reaccione a la luz cerrando de forma continua los párpados, lo que a la larga provoca ceguera.

El bótox también es eficaz «en enfermos que sufren movimientos incontrolados de cuello» y para paliar «la rigidez muscular -espasticidad- que afecta a las personas que han padecido lesiones del sistema nervioso central, como ictus o traumatismos».

El servicio de Neurología del Hospital General de Elda ha participado recientemente junto a otros 12 hospitales en un estudio de la Sociedad Española de Neurología (SEN) con el objetivo de valorar, en la práctica clínica diaria, la eficacia y los factores predictores de buena respuesta a la toxina botulínica como tratamiento de la migraña crónica.

Publicado en el «European Journal of Neurology», ha sido realizado con casi un millar de pacientes. Además, el estudio también fue orientado a conocer el impacto de este tratamiento preventivo en la disminución de discapacidad y en el consumo de medicamentos y recursos sanitarios.

Del estudio se desprende que más del 66% de los pacientes responden positivamente al tratamiento en los primeros tres meses y que, tras un año de tratamiento, casi el 80% de los pacientes con migraña crónica muestran más de un 50% de reducción en el número de dolores de cabeza por mes. En todos estos casos, se produjo una reducción de los dolores de cabeza por mes, de su intensidad y de la utilización de tratamientos y medicación complementaria.

La migraña es una enfermedad de base genética «que hace que el cerebro sea más sensible a los estímulos sensoriales, lo que genera dolor en las estructuras craneales de manera espontánea, nauseas, mareos y en general una incapacidad de realizar las tareas de la vida cotidiana», sostiene Isabel Beltrán.

El 12% de la población sufre migraña crónica y es una enfermedad que de momento no tiene un tratamiento curativo. Afecta en su inmensa mayoría a las mujeres y la edad a la que aparece la dolencia es entre los 20 y 30 años. En el caso de la migraña crónica, «suele aparecer entre los 40 y 50 años».

Lo más importante, señala la neuróloga del Hospital General de Alicante «es que la enfermedad se diagnostique cuanto antes para que se actúe lo más pronto posible, ya que si no se corre el riesgo de que la dolencia se haga crónica y por tanto es más difícil actuar».

Según los datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), más de un 70% de los pacientes con migraña presentan una discapacidad grave y un 14% una discapacidad moderada. La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera a la migraña como la segunda enfermedad neurológica más discapacitante.