Fernando Vera subraya que tras años de récord y de cifras históricas se vuelve a plantear la capacidad y la necesidad de adaptación de la oferta turística a unas circunstancias de mercado cambiantes. En los años de récord, ya se advertía respecto a la inestabilidad geopolítica del norte de África y el Mediterráneo oriental. El catedrático recuerda que los flujos derivados de esos países ayudaron a paliar los efectos de la crisis económica internacional y su impacto en las áreas turísticas. «Llevamos años insistiendo en que la Costa Blanca tiene trayectoria y condiciones para apostar por una mayor diferenciación que aporte valor añadido al turismo. Es el momento de entender, de una vez, que las condiciones de un destino consolidado y cualificado deben basarse en otras estrategias que no se aferren al incremento anual de la cifra de visitantes como principal indicador. El incremento del gasto medio debe ser indicador esencial, antes que el incremento del número de visitantes». Vera advierte de que cada vez va a haber una mayor segmentación, lo que supone una interesante oportunidad para destinos y empresas. «Adaptarse a esa segmentación supone aspectos que van desde el diseño y prestación de los servicios, la adecuación de los establecimientos y el uso de los canales de comunicación y comercialización apropiados. Si hay algo esencial es el uso de las tecnologías de la información y la comunicación, TIC. Su eclosión ha modificado el comportamiento de la demanda turística y requiere una rápida adaptación de las empresas y los destinos a la economía digital». Se debe apostar por Internet, la tecnologías corporales, pagos vía móvil o la tecnología que posibilita experiencias sensoriales, gestión de datos, drones, códigos QR. Es decir, pymes turísticas y destinos deben entrar de lleno en este nuevo escenario.