Una persona con obesidad espera de media entre dos y tres años hasta entrar a quirófano y ser intervenido por cirugía bariátrica en la sanidad pública valenciana. Esta demora obedece a la elevada prevalencia de la enfermedad, ya que actualmente hay más de 600.000 valencianos con sobrepeso.

Ahora mismo, y según las cifras de Carlos Morillas, presidente de la Sociedad Valenciana de Endocrinología, Diabetes y Nutrición, casi 200.000 pacientes en la Comunitat Valenciana son claros candidatos a ser intervenidos, pero ni siquiera han entrado en lista de espera.

Una operación de alto coste

El alto coste de la operación y el elevado grado de especialización de los cirujanos que tratan dichas intervenciones obliga al sistema sanitario a filtrar los pacientes con cuenta gotas. «La sanidad pública no es capaz de asumir el coste total que supondría tratar a todos los pacientes, los sistemas de salud del primer mundo se irían a pique», explica Morillas. De hecho, únicamente el 8 % de los presupuestos nacionales de salud van a parar al tratamiento contra la que ya es considerada la pandemia del siglo XXI.

De ahí que la Comunitat Valenciana opere únicamente al 5 % de las personas candidatas a cirugía bariátrica: pacientes con un Índice de Masa Corporal (IMC) superior al 40 % si no padece enfermedades asociadas; o a partir del 35 % de IMC en caso de tratarse de un diabético hipertenso.

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Además, los especialistas realizan un informe psiquiátrico antes de considerar «apto» al paciente para la intervención quirúrgica. Con este estudio se aseguran que los pacientes muestran un nivel adecuado de comprensión de lo que significa la intervención y afianzan que en un período breve de tiempo no vuelvan a recuperar el peso perdido.

Según los expertos, este tipo de intervenciones (con menos del 1 % de mortalidad y por la que ya han pasado unos 750 valencianos en lo que va de año) podría aumentar en 10 años la esperanza de vida del afectado. Y es que la cirugía contra esta enfermedad no se trata en ningún caso de un tema estético. La obesidad deriva en la mayoría de los casos en enfermedades respiratorias, cardiovasculares (como arritmias), hígado graso (y más tarde en cirrosis), trastornos del aparato locomotor, apnea del sueño o diabetes; pero también en cáncer de colon o de próstata en los hombres y de mama en las mujeres. Con sobrepasar los 100 kilos de peso, la hormona de la insulina empieza a trabajar, un factor de crecimiento de las células cancerígenas, según explica Morillas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que la obesidad ya ha alcanzado proporciones epidémicas a nivel mundial: cada año mueren como mínimo 2,8 millones de personas por obesidad o sobrepeso.

Prevenir antes que curar

Actualmente los fármacos para tratar la obesidad no están financiados y el tratamiento puede llegar a rondar los 300 euros al mes. «Algo que la mayoría de las personas con obesidad no pueden permitirse, pues tienden a ser pacientes con menos recursos», asegura Morillas. La comida más saludable (la fruta, el pescado y la carne) subió más rápidamente que los niveles del IPC. La comida rápida, por contra, es la que menos se encareció, asevera el experto.

Ante la gran prevalencia de personas con obesidad, advierte, «son necesarios planes de prevención, mucho más baratos que el gasto del que se responsabiliza Sanidad cuando se enfrenta a la cirugía bariátrica o intenta paliar las enfermedades derivada de las obesidad».

Morillas reconoce la labor de la autonomía valenciana en este aspecto: «En estos momentos se están tomando medidas adecuadas, sobre todo en la infancia, haciendo que los refrescos reduzcan la proporción de azúcar o eliminando los alimentos con grasas saturadas de las máquinas expendedoras de colegios e institutos... Esto es muy importante porque un niño con sobrepeso tiene un 80 % de posibilidades de convertirse en un adulto con obesidad». De hecho, una quinta parte de las personas con dicha enfermedad son menores, lo que deriva en fracaso escolar, aislamiento y el uso de la comida como ansiolítico. De no pararse esta rueda, la OMS augura un futuro muy sombrío: para 2030, el 70 % de la población española tendrá sobrepeso y el 30 % obesidad.