«Encontró trabajo como secretaria de los comunistas y más tarde con los falangistas. Cuando le decíamos que estuvo con los dos bandos, contestaba que le daban trabajo y que ella no se metía en nada». Así fue, según recuerdan sus hijos, la juventud más temprana de Luisa Toledo Canicio, nacida en la calle Segura de Alicante el 30 de julio de 1918, quien acaba de cumplir 100 años con aspecto y actitud juvenil, aunque la edad no perdona y a la calle sale en silla de ruedas, además de que ya va perdiendo oído. Hace unos días su familia se reunió para celebrar con ella el feliz acontecimiento de convertirse en centenaria.

Luis Toledo tuvo que dejar sus estudios al morir su padre repentinamente de peritonitis durante la contienda. Su hermano era más pequeño y el estanco que regentaba su familia en el barrio de Carolinas se lo dieron a un combatiente de la guerra, así que no le quedó otra que buscar trabajo, y fue secretaria para ambos bandos antes de aprobar los exámenes para Telefónica, donde trabajó hasta que tuvo a sus hijos. Sin embargo, asegura que la política nunca le ha llamado la atención.

En la etapa franquista estuvo en la Sección Femenina, donde aprendió a cantar y a tocar las castañuelas, hobby que aún practica. Cuando su novio, al que conoció con 14 años, volvió de la mili en Marruecos, se pudieron casar y se fueron a vivir a la calle Miguel Soler, en las proximidades de la Concatedral de San Nicolás.

En esa época tuvo a sus hijos Antonio y María Luisa Pastor, que ahora tienen 71 y 62 años, respectivamente. Su marido estudió en la Escuela de Comercio de Alicante y trabajó como encargado de la tienda Tejidos Barceló en la calle López Torregrosa, entre Alfonso el Sabio y la Rambla, donde actualmente hay un hotel. Falleció el mismo día del atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York, en 2011.

La familia residió junto a la Concatedral hasta que se mudó, en 1975, a la calle Maestro Alonso. «Por entonces todo eran montañas, cañares y montones de piedra, y no había casas. Luego pusieron la gasolinera, pese a que estaba prohibido, pero había muchas influencias», afirma la centenaria.

Hoy en día su vivienda se asoma a una avenida con mucho tráfico. Sin embargo, y pese a estas incomodidades, a Luisa le gusta Alicante como es, y que haya crecido tanto. «La millor terreta del món», exclama. Además, siempre ha sido muy herculana, y viajó con su marido siguiendo al equipo incluso en sus partidos en Madrid cuando estuvo en Primera. Hasta hace un año se desenvolvía sola, se duchaba y hacía algunas cosas de la casa, aunque estaban casi siempre con ella su hijo Antonio y su hija María Luisa (no tiene nietos).

Al empeorar de las piernas contrataron a una cuidadora que vive con ella las 24 horas. Es ella quien ahora la saca a pasear cada mañana y empuja su silla para que pueda reunirse con otras personas mayores en la plaza de América. Felicidades y que cumpla muchos más.