Un cartel como el de Hollywood quieren los vecinos de la playa de San Juan para que su privilegiado espacio de costa brille aún más. Aunque no le hace falta a la pequeña Ibiza de Alicante, un paraíso de arenas finas y aguas intensamente azuladas de casi tres kilómetros con turismo variopinto, desde el español al internacional, sin olvidar a los alicantinos que la eligen para descansar.

Hay espacio en esta playa para miles de personas y cada vez son más quienes disfrutan en ella del verano. A los madrileños que se enamoraron de su brillo cuando eran niños, que ya son abuelos y que vienen ahora con sus nietos, se suma cada año público nuevo. Ahora, la playa de San Juan está de moda entre los rusos, que empiezan a comprar apartamentos, y entre argelinos y marroquíes de alto poder adquisitivo que se pasean por la zonas de ocio del barrio costero con sus imponentes coches.

La playa de San Juan tiene tanto atractivo que en verano multiplica su población por diez, llegando a los 300.000 habitantes, lo que provoca quejas por servicios insuficientes para tantas personas. Sus usuarios adoran su arena y su mar pero no se callan a la hora de criticar sus carencias. Como que no haya duchas, el que a menudo los lavapiés no funcionen, la suciedad del paseo, el que algunas baldosas causen tropiezos, el mal estado de las pasarelas que provocan más de una caída y lo pobre que se queda la iluminación nocturna de la avenida Costa Blanca por la frondosidad del arbolado. Sin olvidar el aparcamiento, pues es difícil encontrar sitio cuando la temporada turística está en plena ebullición. Es una playa semiurbana en la que hay de todo, cientos de restaurantes y chiringuitos, tiendas y locales de ocio que surten de lo necesario y de lo que no lo es tanto, para no tener que ir a Alicante.

En cuanto al espacio de baño en sí, «da mucho trabajo», afirma uno de los responsables del servicio de socorrismo, Alberto Pérez Gardeazábal. «Está muy expuesta al viento de Levante, el banco de arena se rompe y hay muchas corrientes de retorno. Es conflictiva en cuanto a rescates. Incluso hay días sin olas con corrientes». Por ello, echa de menos en la zona en que trabaja, junto al Cabo de las Huertas, más sillas de vigilancia para que la labor de salvamento sea más efectiva. Es tan extensa que hay un segundo puesto de salvamento en la otra parte de la playa, que se une con Muchavista para llegar hasta El Campello. Sus dimensiones permiten que haya espacio para todos y para distintas actividades deportivas, desde paddle surf a voley playa. También cuenta con servicios para personas con movilidad reducida como silla anfibia para facilitar el baño y área pedagógica para discapacitados psíquicos, y dispone de casetas de madera, pintadas de colores vivos y tejado a dos aguas que hacen las veces de vestidor. Numerosos bañistas acuden a la playa en bicicleta utilizando el carril bici trazado en el paseo y hay aparatos biosaludables para completar el entrenamiento. Por la arena se distribuyen distintas zonas de hamacas y sombrillas, y dispone de servicio de alquiler de patines para adentrarse en el mar.