En muchos armarios de muchos alicantinos se guardan a día de hoy pantalones, camisas y jerseys comprados en alguna de las tiendas de «Julio el Madrileño». El creador de esta casa, Julio Sacristán, santo y seña del comercio de la ciudad durante varias décadas, falleció ayer en Alicante, después de toda una vida dedicada al mundo del comercio. No en vano su edad rozaba ya los 100 años.

Este madrileño de nacimiento y alicantino de adopción abrió su primer establecimiento en 1939. Y con más de 80 años seguía en activo. Considerado un visionario, compró las mejores esquinas para ubicar sus establecimientos, en zonas de gran movimiento comercial, como los alrededores del Mercado Central, el Teatro Principal o la propia avenida Maisonnave.

En el año 2002 recibió el premio al Comercio concedido por la Cámara de Comercio por «su larga trayectoria y su apuesta por la especialización en el sector de la venta de prendas de confección». Y esos años, recién comenzado el siglo XXI, llegó a contar con diez tiendas en distintas zonas de la ciudad, y más unas cuarenta y cinco personas empleadas.

Unos años después, cuando la crisis del comercio tradicional empezó a golpear muy fuerte en varios establecimientos muy conocidos de la ciudad de Alicante, las tiendas de «Julio en Madrileño» también tuvieron que bajar la persiana por liquidación. Las ofertas se convirtieron en saldos, paso previo a la inevitable desaparición. En torno a 2012, cerraron comercios señeros como Masip, La Nueva Ola, García Pascual o el propio Julio el Madrileño, tiendas con más de 50 años de antigüedad que echaban el cierre.

Muestras de afecto

Desde que ayer sábado se supo del fallecimiento de Julio Sacristán, fueron muchas las muestras de afecto que le expresaron por redes sociales. «Visionario», «todo un señor», «gran conversador» y «señor de su tiempo» fueron algunas de las palabras de cariño que recibió Don Julio. Entre los comentarios elogiosos, destacó su «gran visión como hombre de negocios», una cualidad que aplicaba tanto a los lugares donde abría sus tiendas como a los empleados que contrataba.

En el sector de comercio es sabida su particular relación con El Corte Inglés, la gran superficie que cuando llegó a la ciudad de Alicante se convirtió en competencia directa, incluso con la contratación de alguno de sus trabajadores. Y Sacristán comentó que sus rivales «no hicieron nada que no hubiese hecho yo antes. Siempre busqué el mejor personal donde estuviese».

Porque según este madrileño tan alicantino, «contra el progreso no se podía luchar». Hoy en día, los comerciantes de Alicante agradecen todo lo que les enseñó Julio Sacristán.