n «Esta es ya la sexta camada que saco adelante». La concejala Marisa Gayo se hizo cargo en un primer momento de la decena de cachorros localizados en las naves, aunque con el propósito de cederlos a otros vecinos con los que ya ha contactado «porque tienen que estar perfectamente atendidos y con mi trabajo, otros cuatro perros que tengo de acogida y mi hijo pequeño de cuatro años, no iba a dar abasto», comenta profundamente sensibilizada ante la imagen de los pequeños animales desnutridos.

«No queríamos dejarlos con las madres por temor a que los rechazaran a consecuencia del shock que sufrían los animales». Gayo tiene ya experiencia sobrada como mamá nodriza, desde que con seis años de edad hizo su «primer rescate de un perro que encontré en la calle y lo llevé a la protectora que había antes en Villafranqueza».

Su hijo pequeño, Adrián, parece haber heredado la sensibilidad de su madre con los animales y a sus cuatro años ya es miembro del grupo voluntario Felinos Lo Morant. Comparte a su madre con dos buldog, Cloe y Rafaela, y dos galgas, Gominola y Manoli. Todos ellos han pasado o sufren traumas a consecuencia de tumores y palizas previos, de los que la edil les ha tratado hasta recuperarlos.