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La intensa urbanización de la costa ha favorecido el aumento de la sequía

Greenpeace alerta de que de las 21.000 hectáreas ocupadas en 30 años, 6.000 eran masa vegetal que favorece las lluvias

Benidorm ha sido el municipio que más masa vegetal perdió. DAVID REVENGA

Un informe de la organización ecologista Greenpeace sobre la situación en la que se encuentra la costa de la provincia tras el feroz proceso urbanizador experimentado en los últimos 30 años (1987-2017), advierte de que la fuerte ocupación de la franja costera con urbanizaciones acabó con cerca de seis mil hectáreas de zonas verdes, lo que influye directamente en la disminución de las lluvias, en concreto un 7,3%. El 28,5% de la franja costera de Alicante no produce ya, según Greenpeace, ningún bien ni servicio ambiental a la población por haberse deteriorado debido a la urbanización del territorio, que ha sumado 20.636 nuevas hectáreas artificiales desde 1987. Las playas de la provincia tienen más del 80% de su línea interior urbanizadas debido la intensa transformación de la costa con la construcción residencial-turística.

Esta presión del cemento afecta a casi todos los servicios ambientales. La reducción de la superficie destinada a la producción de alimentos disminuye, según Greenpeace, la capacidad de autoabastecimiento debido a la pérdida de cultivos y pastizales. Asimismo, se pierde biodiversidad local debido al deterioro de los hábitats naturales en una zona especialmente interesante para la biodiversidad mundial (sudeste de la península ibérica). También aumenta el riesgo de erosión debido a la expansión de suelo desprovisto de la protección de la vegetación, lo que también contribuye a la reducción de la capacidad para generar lluvias. La merma de la vegetación de la ribera de los ríos y otros cauces aumenta el riesgo de inundación derivada de lluvias torrenciales, muy abundantes en esta zona del Mediterráneo.

En el lado positivo, el informe «A Toda Costa» destaca el buen desarrollo normativo en líneas generales de los instrumentos de planificación de los espacios protegidos, aunque el desarrollo de los espacios de la Red Natura 2000, está bastante retrasado, según la organización ecologista.

La superficie vegetal que favorece la generación de lluvias en la costa de Alicante se ha reducido en un 7,3% en los últimos treinta años. Esto es debido a la pérdida de más 5.500 hectáreas forestales, y a pesar del incremento de la cobertura de matorral, la cual procede en gran medida de la transformación de antiguos pastizales. La principal pérdida forestal se localiza en las inmediaciones del Benidorm.

En su conjunto, los hábitats sensibles para especies amenazadas experimentaron una reducción de superficie, debido principalmente a una severa pérdida de masa forestal. La dirección de cambio entre los diferentes hábitats es muy variable, especialmente entre los hábitats húmedos, pues mientras los interiores sufren una grave contracción, los litorales experimentan una recuperación superficial notable, lo cual afecta de forma muy diferente a las numerosas especies amenazadas de estos hábitats. según el informe.

Especies en peligro

Las dos especies con mayor grado de amenaza (peligro crítico) están muy vinculadas a los humedales. La cerceta pardilla y el galápago europeo. La cerceta se localiza fundamentalmente en El Hondo (Elche) y el galápago se ve bastante afectado por la contracción general de todos los humedales. «Es muy preocupante la reducción de más de 5.500 hectáreas de superficie forestal, que afecta también a un gran número de especies».

La radiografía de la costa de España que arroja el informe es alarmante. El impacto humano sobre esta franja de diez kilómetros de litoral es enorme. Las causas son básicamente dos: la expansión del cemento y los grandes incendios forestales. La destrucción de los ecosistemas por urbanización y grandes incendios forestales ha aumentado un 120% en los últimos 30 años, provocando la degradación de un 14,1% de la costa española. La expansión del ladrillo y del hormigón (para la construcción de viviendas, infraestructuras y zonas pavimentadas), es la responsable principal de dicha degradación, que ha pasado de ocupar 240.000 a 530.000 hectáreas y que representa un 13,1% de la degradación total.

Las superficies quemadas representan el 1% restante, las cuales pueden revegetarse o pueden sufrir procesos erosivos del suelo más difícilmente reversibles, dependiendo de factores como la orografía, la cercanía a otras masas forestales o los planes de recuperación. La tasa de ocupación del suelo por cemento y hormigón para el conjunto de toda la superficie española, no sólo de costa, es de apenas un 2% (aunque también se ha duplicado desde 1987). Además, la degradación del suelo varía entre diferentes regiones costeras, se concentra mucho en determinadas zonas de la costa, especialmente en el Mediterráneo y Atlántico sur, donde alcanza un valor del 17,4%, y dentro de esta zona en determinadas provincias como Málaga (26,2%), Alicante (28,5%) y Barcelona, que paga el precio de alojar la segunda mayor conurbación del estado con un 40,9%.

Tampoco dentro de cada provincia se distribuye este efecto por igual, si se elimina de los cálculos la superficie protegida, el valor de degradación para toda la costa se va al 18%. Además, la transformación es más intensa cuanto más cerca nos encontramos del mar. El 36,5% de la línea de playa de España está urbanizada, más de un tercio de los ecosistemas colindantes con las playas han sido destruidos por la acción humana. El estudio ha considerado que la pérdida de la capacidad del suelo de proporcionar bienes y servicios ambientales tiene lugar únicamente cuando se transforma a superficie artificial o quemada. Sin embargo la pérdida productiva tiene lugar por otras causas, como el sobrepastoreo o la contaminación que en la Comunidad Valenciana afecta al 23% del territorio, según Greenpeace.

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