Los okupas llegan a las casas de lujo. Así ha ocurrido con una promoción de bungalows, ubicados en la Vía Parque frente al colegio Jesús María, que en su día se vendían por un millón de euros y que la crisis dejó hace ocho años prácticamente terminados pero sin comercializar.

Durante todos estos años, las once viviendas que forman la urbanización han tenido vigilancia privada, por lo que han permanecido cerradas a cal y canto, en medio de una enorme parcela en la que se proyectaron centenares de casas y que la crisis también dejó en la estacada.

Pero desde hace un par de semanas han llegado «inquilinos» a seis de los once bungalows. Y no es que la promotora haya podido acabar por fin la obra y vender estas casas con cientos de metros, jardín, aire acondicionado y acabados de lujo. Las familias que residen en ellas son okupas que se las han ingeniado para acceder a la parcela, cuyas puertas permanecen cerradas con enormes cadenas y ocupar las casas. Probablemente entran y salen por la puerta que da acceso al garaje, la única que estos días permanecía sin candado.

Las familias que ahora viven en estas casas han optado por la discreción. No se oye ningún ruido y es muy difícil ver a gente entrando o saliendo de ellas. Desde la Vía Parque, el único indicio de la ocupación son algunas ventanas abiertas en un par de bungalows y unos pocos objetos personales en una de las terrazas de las casas. Días atrás tenían una sombrilla, pero optaron por retirarla. Una vez que se accede al otro lado de la parcela, retirando una valla metálica que cierra las calles laterales de la urbanización, las señales de ocupación son más evidentes. Hay ropa tendida en las terrazas y telas haciendo de cortinas en las ventanas de la cocina. Las placas de la empresa privada que se encargaba hasta hace poco tiempo de la vigilancia de la parcela continúan en lugares bien visibles.

Prácticamente acabados

Los bungalows quedaron prácticamente terminados antes de que la crisis echara al traste su venta. Sin embargo, como se puede apreciar desde las ventanas que estos días están abiertas, quedan aún muchos remates. Por los huecos de las luces sobresalen los cables de la instalación eléctrica y el aire acondicionado tampoco está terminado.

Esta promoción de viviendas fue levantada por una pequeña constructora que, según residentes de la zona, tuvo problemas para que los bancos le siguieran financiando y finalmente quebró, dejando las casas prácticamente finalizadas pero sin que se llegaran a ocupar. Eso fue hace ocho años y durante este tiempo, quien llamaba interesándose por adquirir estas casas siempre obtenía la misma respuesta: «estamos a la espera de que un grupo inversor compre toda la promoción de golpe en lugar de venderlos individualmente».

Durante los tres o cuatro primeros años llegó a estar habitado el primer bungalow, el piloto, pero finalmente sus residentes optaron por marcharse, quedando la urbanización completamente deshabitada hasta hace un par de semanas que llegaron los okupas. Vecinos de la zona aseguran que estos días se ven luces por la noche en el primer bungalow, el mismo que funcionó como casa piloto de la promoción, así que posiblemente se trate luz de obra, ya que todos los cajetines eléctricos que rodean la urbanización están abiertos y los cables arrancados.

Los bungalows se comercializaban en 2008 con el nombre de residencial «Vistahermosa del mar». En la publicidad de aquellos años se hablaba de viviendas «exclusivas» de hasta 580 metros cuadrados, seis dormitorios, patio central, ascensor «y una gestión central domotizada reconocida como una de las más completas del mundo». La promotora también presumía de usar agua de riego reciclada y agua caliente por energía solar.

La que se ubican estas casas tampoco corrió mucha suerte tras explotar la burbuja inmobiliaria. Hasta 1.500 viviendas estaban proyectadas en la que iba a ser una ampliación de la Albufereta. Se llegaron a trazar calles, colocar alcorques y farolas. Pero la crisis estalló y todo quedó a medias. Con el paso de los años la zona se ha ido degradando hasta el punto de que hoy en día es peligroso caminar por ella, ya que las tapas de las alcantarillas fueron robadas, quedando los agujeros al descubierto y en muchos casos tapados por la maleza. En numerosas ocasiones los vecinos han denunciado que hay ratas y escombros.