Alicante es la única provincia de la Comunidad que en verano se queda sin camas para ingresar a pacientes con trastornos de la alimentación, como la anorexia y la bulimia, al cerrar las únicas seis camas que funcionan en la provincia y que están ubicadas en el Hospital de Sant Joan.

Las otras dos unidades que funcionan en la Comunidad Valenciana, en el Hospital La Fe y en el provincial de Castellón siguen abiertas, según han corroborado a este periódico asociaciones de padres y fuentes de estos hospitales. Provincias que además cuentan con hospitales de día para estas pacientes, un recurso muy solicitado por los profesionales que atienden a estas pacientes y que supone un paso intermedio entre el hospital y la vuelta a casa.

Mientras, desde la Conselleria de Sanidad el cierre de filas en torno a la decisión de cerrar en agosto la Unidad de Trastornos de la Alimentación y enviar a casa a sus seis pacientes, a las que se ha dado el alta al mismo tiempo y el mismo día, fue unánime. Primero por parte de la consellera de Sanidad, Ana Barceló, quien ayer dijo «confiar plenamente en la profesionalidad de los médicos» a la hora de dar el alta a las chicas. Si un médico, añadió Barceló, «ha dicho que las chicas se pueden ir a casa, él es quien más sabe».

También la directora general de Asistencia Sanitaria, Marian García, respalda la decisión tomada en Alicante, afirmando que se ha hecho «de acuerdo a las necesidades de las pacientes» y que ninguna de ellas «requería de ingreso hospitalario».

Como en años anteriores, la Unidad de Trastornos de la Alimentación ha cerrado en el mes de agosto, pero a diferencia de otros años a los pacientes no se les ha ingresado en otro servicio, como Pediatría, Ginecología o Psiquiatría. A las seis pacientes que estaban ingresadas se las ha enviado a casa, de golpe, el mismo día, tras firmar un acuerdo terapéutico en el que se detalla la alimentación a seguir con menús personalizados para cada enferma y el tratamiento farmacológico que deben cumplir. Una vez a la semana serán atendidas de manera ambulatoria en el hospital. Según la dirección del centro, a las 72 horas del alta -mañana- está previsto que las enfermas pasen su primera revisión, «y ahí se valorará si su estado de salud ha empeorado y están en condiciones de volver a ingresar».

Mientras, las administraciones no se ponían ayer de acuerdo sobre si se ofrecieron alternativas de ingreso a las enfermas. Desde la Dirección General de Asistencia Sanitaria señalaron ayer que las pacientes han recibido el alta «siempre bajo criterios clínicos porque no requerían ingreso».

No obstante, desde la dirección del Hospital de Sant Joan afirman que sí se les dio la alternativa de ingresar en la planta de Psiquiatría, pero que las familias lo rechazaron. Un extremo que desmienten pacientes consultadas por este diario, como Andrea Carratalá, quien también matiza que «es una alternativa que nuestras familias jamás habrían aceptado por lo duro que es». Por parte de las familias se solicitó el ingreso en Pediatría, sobre todo en el caso de las menores, «y dijeron que no era posible», añade Carratalá.

El cierre durante todo el mes de agosto de la Unidad de Trastornos Alimentarios del Hospital de Sant Joan y el alta que el centro ha dado a sus seis pacientes ha indignado a expertos y asociaciones de padres de pacientes, que reclaman el reingreso de los enfermos, sobre todo de aquellos en una situación más delicada.

«Es una barbaridad. Al final nos obligan a los padres a ejercer de médicos y enfermeros policías con nuestros hijos», lamenta Mercedes Marco, presidenta de la Asociación de Anorexia y Bulimia de Elche (Adabe). Marco añade que el cierre de la unidad de Sant Joan en agosto, «es solo una gota más porque nos faltan todo tipo de recursos para nuestros hijos y al final tenemos que recurrir a la vía privada».

Según ha podido saber este periódico, tres de las seis pacientes a las que el hospital ha enviado a casa tienen un índice de masa corporal menor a 16, lo que indica un peso muy bajo con riesgos para la salud. En el caso de estas personas, Marco cree que Sanidad debería considerar su reingreso. También lo han solicitado algunas de las familias, para quienes esta ruptura en el tratamiento es un bache en la recuperación.

Psiquiatras y psicólogos consultados por este periódico coinciden en señalar el gran contratiempo que este parón de un mes supone para las enfermas. «Estamos hablando de tratamientos crónicos largos, que se interrumpen por una decisión arbitraria y administrativa», señalaba ayer un profesional de la salud mental habituado a atender en la provincia a jóvenes con anorexia y bulimia.

Los ingresos por tanto en esta unidad son prolongados, por lo menos de dos y tres meses, por lo que las pacientes como Andrea Carratalá sienten esta interrupción «como una recaída más». Alguna de las chicas llevaba apenas dos semanas de tratamiento. Los profesionales señalan que la escasez de camas hace que en Sant Joan solo lleguen a ingresar los casos más graves. «Tengo pacientes que están en una situación menos grave y que no me dejan ingresarlas», lamentaba ayer un experto.

El psicólogo Juan Pablo Zito, responsable del Centro Uno, Vithas Internacional, especializado en Trastornos de la Conducta Alimentaria, también cree que desde el punto de vista terapéutico «es un problema interrumpir el tratamiento», aunque sostiene que a veces son las familias quienes más presionan para que se lleve a cabo un ingreso «y en estos casos sí puede ser beneficiosa el alta».

Pese a ser el único servicio disponible en toda la provincia para el ingreso de pacientes de anorexia, la Unidad de Trastornos Alimentarios del Hospital de Sant Joan cierra cada año en el mes de agosto por falta de personal. Y es que la planta del hospital en la que se integra esta unidad cierra por completo y los enfermeros y auxiliares que la atienden son distribuidos por otras plantas.

Curiosamente, este año la planta permanece abierta y a ella fueron trasladados ayer enfermos que estaban en el área de Cardiología, que este verano está de obras. Para poder acoger a estos enfermos, se ha tenido que hacer uso de la Unidad de Trastornos Alimentarios, cuyas seis camas ayer estaban ocupadas por pacientes de Cardiología.