El Hospital de Sant Joan mantendrá cerrada durante todo el mes de agosto la Unidad de Trastornos Alimentarios, la única de toda la provincia de Alicante en la que ingresan jóvenes con graves problemas de anorexia. Si bien este cierre se produce todos los veranos, lo llamativo es que este año las seis personas que estaban ingresadas en la unidad han sido enviadas a sus casas con un informe en el que se habla de «alta administrativa», un procedimiento nada habitual. Generalmente, a las familias de aquellos pacientes en una situación más delicada se les ofrece una alternativa de ingreso, por ejemplo en la planta de Pediatría, en Ginecología o en Psiquiatría. Fuentes cercanas al servicio señalan que este año no se han llevado a cabo ninguno de estos ingresos bien por rechazo de las familias a que sean internadas en Psiquiatría o por las dificultades planteadas por otros servicios para acoger a este tipo de pacientes.

El servicio dispone de seis camas, está ubicado en una planta de hospitalización convencional, pero aislado del resto de enfermos, de manera que los pacientes ingresados llevan un estricto control en cuanto a horarios y comidas y están muy vigilados. Fuentes del hospital aseguran que el cierre obedece todos los veranos a la falta de personal, con media plantilla del hospital de vacaciones y con escasez de sustituciones.

Según ha podido saber este periódico, los pacientes se han marchado a sus domicilios con un «contrato terapéutico» para que sigan una hospitalización a domicilio. En este documento se especifican todas las pautas farmacológicas y de alimentación que deben seguir y una vez a la semana se les ve en consulta en el Hospital de Sant Joan.

Alguna de las pacientes no oculta su malestar por el cierre durante todo un mes y por los problemas que genera este parón en el tratamiento que reciben y del que, asegura, en muchas ocasiones depende su vida. «Esta situación es como una recaída más para las pacientes y una enorme carga para los padres, que durante un mes tienen que ejercer de médicos. Los míos llevan ya años de aprendizaje, pero otras familias no tienen tanta experiencia», explica Andrea Carratalá, una de las pacientes de la unidad, para quien el seguimiento médico que va a tener este mes no es suficiente. «Una consulta de diez minutos a la semana no soluciona nada». Carratalá lamenta la falta de psicólogos que hay en la sanidad pública dedicados al tratamiento de la anorexia y critica que la única alterativa que existe son los tratamientos privados, «demasiado caros», critica.

Profesionales que trabajan con personas afectadas por la anorexia creen también que este parón en el tratamiento intensivo que reciben supone un perjuicio para su recuperación. «El hospital les ofrece una estructura en la que horarios y comidas están muy organizados». En casa, añaden estas fuentes «la enfermedad hace de las suyas: las pacientes piden, se producen más alteraciones de conducta, los padres hacen concesiones y al final se ven desbordados». Otro profesional incide en que en este tipo de trastornos es conveniente alejar a los pacientes de su entorno por un tiempo para que remonten.

Desde las asociaciones también lamentan el cierre de la unidad durante todo el mes de agosto. «Estas seis camas son el único recurso asistencial que existe en toda la provincia y los jóvenes que allí ingresan están muy graves y su vida corre peligro, por lo que no entendemos que durante todo un mes la unidad se quede sin funcionar», afirma Mercedes Marco, presidenta de la Asociación de Anorexia y Bulimia de Elche (Adabe). Para Marco, el problema va más allá de la escasez de recursos para atender a las pacientes. «El problema de la anorexia está invisibilizado y realmente le puede pasar a cualquier joven. Aquí la prevención es muy importante y no se hace nada en este sentido».

Mientras, desde la dirección del Hospital de Sant Joan señalan que el cierre de la Unidad de Trastornos Alimentarios se lleva a cabo «intentando derivar a otras unidades a aquellos pacientes que requieren ingreso según las necesidades». Insisten también en que a estos enfermos no se les deja desasistidos durante este mes. «Se lleva a cabo un acuerdo terapéutico con las familias y a los pacientes se les hace un tratamiento semanal ambulatorio por parte de psiquiatra y/o psicólogo de la unidad».

Por otro lado, añaden desde la dirección, en las próximas semanas la Unidad de Trastornos Alimentarios se va a trasladar a unas instalaciones ubicadas en la planta de Pediatría, donde actualmente está la zona de lactantes. La dirección confía en que este cambio permita que la unidad no se vuelva a cerrar en verano.