Vicente se quedó sin trabajo en 2009, con la crisis, y «estoy muerto para la vida laboral. Me faltan seis meses para tener una paga y he acabado con todas las prestaciones», entre ellas la renta garantizada. «No tengo medios ni para pagarme un teléfono móvil». Vive con una perrita de nueve años, y se suele mover por la plaza de Les Palmeretes, donde conoce a todos los que allí se reúnen. «Los policías me reconocieron por eso», dice.