Desde los 12 años lleva el hijo de Marta (nombre ficticio, para garantizar su privacidad) entrando y saliendo de centros para enfermos mentales. Su madre denuncia que, pese a la grave enfermedad que padece, trastorno bipolar, y su agresividad, lo acaban echando de todos los centros en los que recala. «En el último lo echaron sin mediar palabra después de haber estado dos años y medio. Siempre ocurre igual, es muy cansino», lamenta esta madre. El drama es que el joven, que ahora tiene 28 años, no puede estar en su casa debido a la fijación que tiene hacia su madre.
«Me insulta, me agrede y no me deja vivir. Cuando está en casa, estoy despierta en el sofá hasta que se duerme, porque temo dormirme yo antes y que me agreda». Marta tiene, además, otro hijo y los enfrentamientos entre los hermanos son constantes. «Temo que algún día pase algo gordo entre ellos».
A los 12 años fue diagnosticado del trastorno que padece, que se desencadenó a raíz de la muerte de un hermano. «Empezó a delirar y a imaginarse cosas raras, hasta que se tiró por la ventana». En estos 16 años la historia siempre ha sido la misma. «Se escapa o lo echan, vuelve a casa y me agrede». El último episodio violento se produjo a finales de mayo. «De repente me dijo que la casa era suya y que debía marcharme. Me dio un golpe terrible en la espalda y me tiró al suelo. Afortunadamente pude coger el móvil para llamar a la Policía y salir de casa corriendo». El joven estuvo varias semanas ingresado en el Hospital de Sant Joan mientras los trabajadores sociales trataban de conseguir a la desesperada un centro en el que ingresarle, lo que finalmente ha tenido que ocurrir en Murcia, ante la falta de plazas en la Comunidad. Marta está ahora en trámites para incapacitar a su hijo, «ya que me han dicho que así es más fácil obtener una plaza en la provincia», comenta.
