«Torre Ferrer tiene pintadas por todas partes. Un delito cuando se trata de un Bien de Interés Cultural (BIC)», lo que confiere una especial protección a un elemento arquitectónico. Es la alerta que lanza el arquitecto alicantino Rubén Bodewig, miembro de la asociación cultural Alicante Vivo, preocupado por el acelerado deterioro de este antiguo torreón defensivo de la huerta que data del siglo XVI y que fue restaurado en 2009.

Este BIC, asediado por edificios que impiden que se vea en la zona de La Condomina, es objeto de actos vandálicos. Sufre pintadas sobre la propia piedra de la vieja torre de granja cristiana de la huerta de Alicante, como es descrita en la ficha de la Asociación Española de Amigos de los Castillos, una de las 22 donde se refugiaban las gentes del campo de los ataques de los piratas. De ellas quedan en pie 19.

También hay decenas de pintadas en todo su entorno, abierto al visitante para que pueda acercarse a ver por sus cuatro caras el torreón, de titularidad pública. Por el suelo están tirados varios botes de pintura para hacer grafitis. En la parte de Torre Ferrer que queda a menor altura se observa un mayor deterioro, con numerosas piedrecitas desprendidas al suelo. Todo está lleno de basura, restos de botellón incluidos, matojos crecidos, excrementos caninos y olor a orines, lo que revela el escaso mantenimiento y vigilancia desde hace tiempo por parte del Ayuntamiento, actual propietario.

Este vestigio de la arquitectura defensiva de la huerta alicantina, de estilo cristiano medieval, es de planta rectangular, sillería y mampostería, en semirruina hasta que fue restaurado hace 9 años. En un cartel en su exterior se explica que fue un antiguo conjunto de casa-torre con dependencias agrícolas, que mantuvo su uso hasta mitad del siglo XX. «La torre se encuentra en un diminuto solar rodeada de conjuntos residenciales (apartamentos) y sólo se conserva la torre. La casa fue derribada en 1982». Está en la calle Licia Calderón.

«Es un fiel reflejo de una situación imperante en torno al patrimonio arquitectónico de Alicante. Es una combinación de falta de ayudas a los propietarios, incapacidad de inversión pública, desinterés generalizado e incapacidad del sistema por encontrar usos y contenidos que lo pongan en valor. La única manera de que la sociedad respete y cuide el patrimonio cultural es entendiendo que es parte de nuestra historia y legado. Si esa labor didáctica se implanta, estará garantizado el interés por invertir en su conservación y el blindaje contra casos de vandalismo como éste», indica el arquitecto, que considera que la ignorancia y el desinterés «son el primer escalón del riesgo de desaparición».

Destacó que las torres que mejor están son las privadas con un modelo económico que permite sufragar gastos de mantenimiento como Reixes, Juana o Bosch. «Hay otras en riesgo de desaparición alarmante. Como El Xiprer y su ermita. Y algunas ridiculizadas como Torre Ansaldo (en medio de construcciones impropias como el restaurante de un centro comercial) o la propia Torre Ferrer, entre edificios que impiden que se vea».

También habló de Torre Placia, «un escándalo cultural e histórico a nivel europeo» pues tendrá que ser trasladada ??? metros para evitar el derribo de viviendas colindantes. «Son BIC donde se incumple la ley de Patrimonio. No tienen aprobados sus entornos de protección ni planes especiales que regulen qué se puede hacer».