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Medio arreglo para la Mitja Lliura

Los propietarios de una torre de la huerta restauran la mitad de la atalaya por falta de presupuesto para acometer toda la obra

La Torre Mitja Lliura está ubicada en la partida de la Condomina. héctor fuentes

Victoria Carrión es la propietaria de un Bien de Interés Cultural por herencia familiar. Su bisabuelo adquirió en torno a 1950 la Torre Mitja Lliura, también conocida como Torre de la Granja de la Condomina, una torre de la Huerta de Alicante, construida en el siglo XVI con sillares de piedra y muros de mampostería y argamasa. Varios siglos después, Victoria y su familia pasan varias temporadas al año en esta torre, que tiene adosada una pequeña caseta que permite completar las condiciones necesarias para vivir.

«Le tengo un cariño especial», explica Victoria, quien asegura que «aprecio mucho lo que tengo, pero no dispongo del dinero suficiente para poder restaurarla por completo». Y por este motivo, la propietaria de uno de estos enclaves históricos, tan característicos de la Huerta de Alicante, decidió arreglar solamente la mitad de las cuatro paredes, concretamente las fachas suroeste y sureste que eran las que estaban más deterioradas.

Si cuidar de una vivienda y tenerla en buen estado no es siempre sencillo, para el propietario de un hogar poco convencional, los problemas se agigantan. Los muros de la atalaya, con forma de prisma rectangular, que van desde el metro y medio hasta los 60 centímetros de grosor, estaban muy castigados. Los pájaros, especialmente los palomos, habían escavado cavidades en la piedra que ya empezaban a ser preocupantes. Estos nidos iban camino de ser filtraciones seguras de agua, con los daños que eso podría ocasionar, por lo que la dueña de la casa comenzó un largo proceso hace más de dos años para restaurar su BIC.

En primer lugar, encargó un proyecto al arquitecto Jaime Giner. Después solicitó permiso a la Conselleria de Cultura para poder realizar esta obra, y a continuación fue al Ayuntamiento de Alicante a pedir la licencia de obras.

Licencia urbanística

El primer intento de obtener la licencia urbanística, en 2016, fue denegado porque Urbanismo le pedía demoler la pequeña casa anexa a la torre. Pero Victoria Carrión recurrió esta decisión y volvió a pedir de nuevo la licencia, que fue concedida en diciembre de 2017. Después contactó con la empresa de albañilería de Pedro Valverde, que ya había realizado alguna restauración, contrató un andamio, adquirió el material necesario, incluidas piedras talladas por un cantero, y en 40 días de trabajo, media torre volvió a brillar.

A partir de ahora, «mi idea es seguir restaurando la torre. Tengo que volver a ahorrar dinero para volver a invertirlo», indica Carrión, que ahora piensa poner en marcha otro proceso «para intentar conseguir alguna subvención que compense el esfuerzo económico porque la administración no me ha dado ninguna facilidad. El propietario de un BIC es el responsable de cuidarlo, pero no todo el mundo tiene las mismas posibilidades».

Victoria valora más «el esfuerzo que hicieron mis abuelos por mantener esta torre. Yo me he criado aquí, igual que mi hijo, al que le gusta la torre». Por eso, la Mitja Lliura tiene futuro.

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