Patricia Aguilar, la joven ilicitana que fue rescatada en Perú tras ser captada por una secta, está recibiendo asistencia médica en Lima por una infección bacteriana que adquirió en la cuadra donde vivió en los últimos meses, y donde la encontraron, junto a cuatro menores que tenía a su cargo, además de su hija, de poco más de un mes. Así lo confirmó ayer la familia, que indicó que desconoce la gravedad de la afección aunque confían en que, con el tratamiento adecuado, la supere en los próximos días. Alberto Aguilar, el padre de la joven, aún no ha podido hablar con ella. La vio bajar del autobús en el que llegó a Lima después de haber sido rescatada de en mitad de la selva, en la región de San Martín de Pangoa, a unos 600 kilómetros de la capital, pero no ha mantenido contacto con ella. Lo que sí ha trascendido es que la joven, por el momento, no quiere abandonar Perú para regresar a España, debido a que aún sigue unida emocional y mentalmente al líder de la secta, al que defendió ante la Fiscalía de Trata de Personas. El Ministerio Público ordenó la detención de Félix Steven Manrique, el líder de la secta Gnosis, que la captó cuando aún tenía 16 años, para huir de su casa de Elche al cumplir los 18.

Noelia Bru, la portavoz de la familia y prima del padre de la joven, muy unida a Patricia, apuntó ayer que, al parecer, y según las averiguaciones de la Policía peruana, los cuatro menores que estaban a cargo de Patricia -cinco contando con su hija-, estaban sin escolarizar y eran explotados por Manrique.

Así, se dedicaban a secar y pelar granos de café, para luego venderlos en el mercado. Ese dinero iba a parar a Manrique, mientras que Patricia y los menores vivían en una cuadra, en una zona peligrosa de la selva peruana, donde se cruzan varias bandas dedicadas al narcotráfico.

Tanto los menores como Patricia estaban desnutridos, lo que también podría haber favorecido estas infecciones. El bebé, apunta Bru, «estaba lleno de picotazos de mosquitos, y las autoridades nos dijeron que, de no haberlo encontrado a tiempo, podría haber muerto». Así la familia respiraba ayer con cierto alivio, dentro del calvario que están viviendo, por haberla encontrado con vida y que se esté recuperando.

Tanto ella como las otras dos mujeres rescatadas -estas últimas estaban con Manrique-, han ingresado en un Programa de Atención a Víctimas y Testigos de la Fiscalía peruana, con el fin de que reciban atención psicológica, médica y legal. Alberto Aguilar, el padre de la joven ilicitana, pidió ayer a la Fiscalía que separe a las tres mujeres rescatadas, con el fin de ir rompiendo el vínculo sectario, pero también para «que no puedan crear una coartada con la que defender a Manrique, pues tras su rescate continuaban asegurando que estaban por su voluntad y trabajando para una ONG. Están completamente aleccionadas», señala Noelia Bru.

De hecho, «hasta los menores estaban preparados para esta situación. Al llegar la Policía les dijeron que estaban allí huyendo de sus familias, que habían abusado sexualmente de ellos. Pero no es cierto, son hijos de las otras dos mujeres y de Manrique», señala la familia.

Sin apoyo en España

Por ahora, Alberto Aguilar coordinará todas las acciones desde Perú. Desde el consulado español, señalan que están poniendo todos los medios necesarios y «la colaboración es muy buena», señala la familia. Sin embargo «allí no es como aquí. Faltan muchos medios. Hasta el billete del autobús en el que vinieron a Lima lo hemos tenido que pagar nosotros», denuncia la familia, quien criticó duramente a las autoridades españolas pues «a día de hoy, nadie de la Policía, ni del Ministerio se ha puesto en contacto con nosotros para ofrecernos cualquier tipo de ayuda».

La vuelta a España de Patricia tendrá que esperar. La familia está a portando todas las pruebas de las que dispone a las autoridades peruanas para demostrar que la captó siendo menor, y que el juez le permita regresar tras recibir apoyo psicológico y revertir ese «lavado de cerebro».