Diez meses llevan viajando por el mundo José Luis Llamas, su mujer y su hijo de 12 años. Una aventura familiar que ya toca casi a su fin y para la que la naturaleza tenía reservado un inesperado espectáculo por todo lo alto en Bali. Los tres fueron testigos directos de la erupción ayer del volcán Agung, que lanzó una nube de ceniza a 2.500 metros de altura y obligó a cerrar varios aeropuertos.

Miles de turistas quedaron ayer bloqueados en las islas indonesias de Java y Bali como consecuencia del cierre de tres aeropuertos por la erupción del volcán Agung. La nube de ceniza volcánica ha obligado a cerrar las terminales y a la anulación de 446 vuelos con salida o llegada en Bali, la isla más turística del archipiélago indonesio.

La familia se encontraba disfrutando de unos días en el paradisíaco pueblo costero de Amed, muy próximo al volcán. «Habíamos ido a ver la puesta de sol a la playa, cuando empezó a salir mucho humo del volcán, por lo que el espectáculo era increíble». En un primer momento, Llamas y su familia pensaron que se trataba de algo habitual. «Entonces empezamos a ver que la población local se asustaba y nos decían que tenían miedo del volcán porque hace unos meses obligó a evacuar a mucha gente». Con el paso de las horas la situación se normalizó y los aeropuertos comenzaron a reabrir. Para el recuerdo quedan las fotos que el hijo de José Luis, Tiago, hizo del volcán escupiendo una enorme columna de humo.

En 20 días la familia tiene previsto regresar a Alicante. Atrás quedan cerca de 20 países y un sueño cumplido. «Mi mujer, Marine Saint Germes, es quien nos animó a emprender este viaje». Cerca de 70.000 euros ha empleado esta familia en recorrer el mundo, los ahorros de muchos años. «Hay quien opta por invertir ese dinero en comprar una casa, nosotros hemos preferido vivir una experiencia que para Tiago será muy difícil de olvidar y le acompañará toda la vida». José Luis es profesor y Marine trabajadora social. Ambos están de año sabático y durante estos meses han estado dando clase a Tiago para que no perdiera el año escolar. A su regreso tendrá que examinarse del curso correspondiente. De estos diez meses la familia se lleva vivencias únicas. «Es muy difícil planificarlo todo. Así que planificamos lo mínimo. Y durante el viaje hemos vivido en función de lo que apetecía en el momento. ¿Llueve? No pasa nada, mañana haremos la visita».

Una vida idílica de relax, sin horarios, hasta hace un par de semanas, cuando empezó el Mundial de fútbol «y con 7 horas de diferencia horaria, te tienes que levantar a las dos de la mañana para ver a la Roja».