Han recibido cariño, comida, bebida, ropa limpia y una cama. Los más pequeños ya juegan y los mayores descansan e incluso han empezado a salir de los albergues en busca de algo de ocio y para visitar esa València que jamás habrían ubicado en un mapa de no ser por la condena a muerte que les quiso imponer Italia. Pero el recorrido para hacer realidad su sueño de buscar una vida mejor en Europa y reunir algo de dinero para los suyos, que se han quedado atrás, en el infierno de África, no ha hecho más que empezar.

De momento, el Gobierno español no sólo les ha abierto las puertas físicas, sino que ya les ha dado un trato preferente otorgándoles a todos, sin excepción, un permiso extraordinario de 45 días, 15 más que a cualquier otro extranjero en sus condiciones. Pero incluso 45 son pocos para la larga carrera de fondo que supone aspirar a la condición de asilado que todos, los 629, han solicitado.

Fuentes policiales confirmaron ayer que, de ser necesario, se contempla «renovar ese permiso para dar tiempo a los trámites que supone resolver la solicitud de protección internacional».

Formalizar la solicitud: los pasos

Los 629, que en este momento están repartidos entre València -476 en Cheste y 10 en cuatro hospitales de la ciudad-, Alicante -113 menores en el albergue de La Florida- y Castelló, adonde han sido llevados los 30 restantes, distribuidos en distintos alojamientos, deberán acudir en los siguientes días «a las oficinas de la Brigada de Extranjería y Fronteras de València, Alicante y Castellón». La presolicitud que se les entregó a cada uno de ellos, en la que se recoge el nombre y apellido, la procedencia, la fecha de nacimiento y el nombre de los padres, es la base sobre la que serán documentados.

Cuanto antes -los abogados que se les han asignado ya les han ofrecido toda la información y les ayudarán en la tramitación-, deberán acudir a las comisarías que tienen ventanilla para solicitar asilo y/o refugio. Agentes de la Policía Nacional especializados en inmigración mantendrán con ellos una larga entrevista personal en la que el solicitante deberá aportar el mayor número de datos posibles para demostrar su identidad, su procedencia y las circunstancias personales y vitales que le empujaron a dejar atrás su país, pagar una fortuna, caer en manos de mafias y subir a pateras en las que la vida vale casi nada -al menos dos personas murieron antes del rescate del «Aquarius»-.

Una vez cumplimentado el expediente, la policía lo remite a la Oficina de Asilo y Refugio (OAR), con sede en Madrid, encargada de admitir o no cada solicitud y, finalmente, de otorgarla o rechazarla, decisión que compete a la Comisión de Investigación de Asilo y Refugio (CIAR), bajo supervisión de Acnur, una vez verificados los datos con los 31 consulados implicados en este caso. Pero eso es el futuro a muy largo plazo: la media de resolución de los asilos está en la friolera de 22 meses.