El muelle del puerto de València recibe hoy a cientos de personas que pisan España por primera vez en su vida. Llegan tras un naugrafio. Desorientados después de ocho días en alta mar. No conocen el idioma, las costumbres, la cultura y mucho menos todas las vías legales y la documentación que deben cumplimentar para que el estatus de refugiado sea una realidad y que su probable entrada en los Centros de Internamiento de Extranjeros aguarde lo más lejos posible.

Los intérpretes son, por tanto, una herramienta esencial para acompañar y orientar a estas más de 600 personas que llegan a bordo del Aquarius y otros dos barcos militares italianos, el Orione y el Dattilo.

Para respaldar sus primeros días en València, unos 450 intérpretes asistieron ayer a una jornada de formación y sensibilización organizada por Cruz Roja y la Conselleria de Educación, con el fin de que realicen el acompañamiento lingüístico en la primera fase, que, prevén, se prolongará durante una semana, momento en el que comenzarán los trámites del proceso de acogida.

«Mente abierta»

Gracias a la solidaridad de los voluntarios y la formación ofrecida por Cruz Roja y Educación cada persona o núcleo familiar que llegue a València tendrá a su disposición un intérprete que lo acompañe siempre. Desde la llegada al puerto, hasta el lugar de acogida, y durante las gestiones jurídicas y sanitarias iniciales para que «el proceso sea lo más humano posible», explicó Miguel Ángel Rodríguez, coordinador autonómico de Cruz Roja ante la Conselleria de Educación, lugar que acogió la jornada de formación.

La mayor dificultad a la que estos 450 voluntarios se enfrentarán de hoy en adelante, según indicó Rodríguez, será la «falta de práctica». Porque, añadió, «una cosa es ser traductor y, otra, hacerlo en una momento donde hay una situación de emergencia». «Tenemos que saber que las personas que llegan tienen otros valores culturales y otras costumbres y hábitos. Además llegan con el miedo a lo desconocido y con el miedo al otro, es una experiencia muy traumática para ellos», indicó Rodríguez.

Por ello, los miembros de Cruz Roja y Educación les indicaron durante la jornada que deben mantener una «actitud tranquila y correcta», evitando la «muestras de afecto excesivas» y omitiendo opiniones personales, puesto que deben ser «totalmente neutrales» durante todo el proceso de acompañamiento. Cabe recordar que, en un primer momento, fueron 800 las personas que se ofrecieron como intérpretes voluntarios.

En el proceso de selección, indicó Rubén Trenzano, director general de Política Lingüística, se valoró aquellas personas que conociesen algún dialecto minoritario africano que pudiesen, además de las palabras, interpretar las opiniones, las emociones, el lenguaje corporal y la cultura. «Hay que tener en cuenta que llegan con el miedo a lo desconocido, al otro, después de haber pasado por procesos de terror en los que probablemente hayan perdido a una persona por el camino», añadió Trenzano.

Por ello, se les explicó a los voluntarios que deben abrir la mente a creencias y valores diferentes y no juzgar sus acciones.