Nizar tiene 29 años, es natural de Yemen, tiene un máster en ingeniería electrónica y huyó de su país porque le obligaban a hacerse militar. Natalia es una colombiana de 30 años que logró escapar de la guerrilla, por lo que está acusada de «deserción». Khaled, de 18 años, vivía en Emiratos Árabes, pero con su pasaporte palestino no puede entrar en la Franja de Gaza. La tierra prometida de estos tres refugiados está hoy a miles de kilómetros de distancia. Desde hace dos meses habitan, o mejor dicho, aprenden a «vivir su nueva vida» en el centro de acogida para personas solicitantes de protección internacional que la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) ha abierto en Sant Joan d'Alacant.

Los carteles del antiguo Hotel Roma se siguen viendo a ambos lados de este establecimiento turístico que funcionó en Sant Joan durante varios años. Hace unos meses, este negocio situado entre las céntricas calles Mercat y Major cerró sus puertas. Pero CEAR se fijó en sus instalaciones para abrir el primer centro de refugiados que la ONG tiene en la provincia de Alicante. Y de hecho, a los dos meses de funcionar como centro de acogida, sus 50 plazas están completamente cubiertas, cosa que pocas veces ocurría cuando sus habitaciones eran de un hotel. Ahora, en esas camas duermen los sueños de niños, adultos y familias procedentes de once países, de cuatro continentes, que se despiertan cada mañana con la certeza de que siguen vivos.

De manera progresiva, el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales ha llenado el medio millar de plazas que CEAR ofrece en Sant Joan. Cuando estas personas llegaron a territorio español, cada uno por sus medios y todos faltos de recursos, pidieron el «asilo en territorio». Esta figura jurídica activa el procedimiento de obtención de protección internacional -por el que pueden estar meses esperando el asilo, que no siempre se concede- y en su caso, consiguieron ser incluidos en el programa de itinerarios de integración que ofrece esta organización no gubernamental, creada hace 40 años para defender los derechos de las personas refugiadas.

El programa se divide en tres fases. Los primeros seis meses son de acogida, donde obtienen el empadronamiento, escolarizan a los menores y cubren las necesidades básicas de alimentación, ropa y un techo para dormir que consiguen en el remodelado hotel. La segunda fase es de integración, con seis meses más para avanzar en el aprendizaje del español, que les permita insertarse en el mercado laboral. En este caso, se les da un dinero para pagar el alquiler de una vivienda. Y la tercera fase, de otros seis meses es de autonomía, donde el apoyo de la ONG debe ser puntual. Si en esos 18 meses se deniega el asilo, deben salir del programa.

Estos días, los 9 menores del centro han acabado las clases en los tres colegios y un instituto del pueblo. En julio comenzarán la escuela de verano, mientras sus padres y sus compañeros de «casa» siguen aprendiendo la lengua de su nuevo país. Sant Joan ya sabe lo que es ser «Ciudad de Acogida de Refugiados». 50 personas más pasean por sus calles y conviven en sus plazas.