El verano pide paso. Tras el mes de mayo más atípico de los últimos diez años y un inicio de junio marcado por la inestabilidad y las tormentas la provincia de Alicante entró ayer en un periodo de tiempo que va a estar marcado ya por un continuo y moderado ascenso de las temperaturas. Y eso que, todavía, la inestabilidad atmosférica pasa su factura, ya que la temperatura del mar está en los 21 grados, dos menos que el año pasado. El viento de poniente elevó ayer la temperatura máxima a los 30 grados, la más alta de la provincia, y en el centro de Alicante (entorno del Instituto Miguel Hernández) se registraron 29 grados.

La Agencia Estatal de Meteorología avanzó ayer que la semana que precede a los días grandes de las Hogueras de San Juan va a estar marcada también por la estabilidad con máximas de 28 grados hoy y 29 grados mañana martes en la franja litoral.

La inestabilidad de esta primavera que encara ya su recta final ha estado provocada porque entre enero y marzo, y en relación directa con el cambio climático, se produjo un repentino calentamiento de la estratosfera sobre el Polo Norte. Un aumento de la temperatura que provoca que el aire gélido del Ártico descienda a latitudes inferiores, «latitudes donde está la Península Ibérica», según explica Jorge Olcina, director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante.

Una situación que tarda mucho en normalizarse, de ahí el mal tiempo que presidió mayo (en 2017 hubo hasta dos golpes de calor), y que se ha mantenido hasta casi la primera mitad de junio. Julio será un mes normal, agosto muy caluroso y los climatólogos prevén que el verano se prolongue casi hasta noviembre.

Hacía diez años que en Alicante no se vivía una primavera tan atípica ya que son situaciones que no se producen con frecuencia (mayo fue caluroso en 2015, 2016 y 2017). Para encontrar un mes de mayo como el pasado habría que retroceder a 2008, 2004, 1990 y 1984.

«Tras el proceso de calentamiento súbito de la estratosfera sobre el Polo Norte entre enero y marzo, la atmósfera tarda en reajustarse y volver a su estado normal. De ahí que desde finales de invierno y lo que llevamos de primavera, los días inestables hayan sido más frecuentes de lo normal», explica Jorge Olcina, director del Laboratorio de Climatología. Este calentamiento se produce por el estancamiento de una masa de aire cálida en capas altas, que se posiciona sobre el propio aire frío.