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Investigador en el instituto Salk de California.

Izpisúa: «La modificación genética puede cambiar la evolución de la especie»

Oír hablar a Juan Carlos Izpisúa de sus investigaciones es como leer el guión de una película de ciencia ficción

«Las técnicas de modificación genética pueden cambiar la evolución de nuestra especie»

Aunque natural de Hellín (Albacete), la infancia y juventud de Juan Carlos Izpisúa está ligada a Benidorm, ciudad a la que se fue a vivir con 10 años y a la que recuerda con un entrañable cariño. Las quinielas sitúan a este científico como candidato al Nobel por lograr revertir el envejecimiento en ratones.

¿Vamos a dejar de envejecer?

No, eso es algo consuetudinario al funcionamiento de una célula u organismo. Ese proceso de degeneración, de pérdida de homeostasis, de envejecimiento en definitiva. Lo que soñamos es con tratar de enlentecer ese proceso, sobre todo porque el envejecimiento es el mayor factor de riesgo de cualquier enfermedad. Por tanto, si lo podemos enlentecer, la enfermedad tardará más en aparecer.

¿Se trata entonces de vivir más y libres de enfermedades?

Sí, calidad de vida y aumentar la salud en esos últimos años que realmente son de deterioro general. No se trata de conseguir la inmortalidad, sino de mejorar el proceso de deterioro al que sí o sí estamos abocados todos los organismos.

¿Qué han visto en laboratorio?

Sabemos muy poco de este proceso. En los últimos años hemos empezado a saber un poco más porque hemos sido capaces de modificar nuestro genoma y epigenoma. Cambiar unas determinadas bases químicas del genoma nos están empezando a dar pistas de cuáles son los genes relacionados con el envejecimiento. Y cambiar algunas marcas del epigenoma nos están ayudando a entender estas correlaciones. La epigenética nos va a proporcionar mucha información de cómo envejecemos; de qué órganos son los que dirigen nuestro envejecimiento; si es uno en particular o una comunicación de todos; por qué se pierde la homeostasis celular; por qué animales que son capaces de regenerar constantemente su organismo lo pueden hacer de forma tan repetida y nosotros menos.

En su laboratorio han sido capaces de frenar el envejecimiento en ratones con progenia.

Sí es un modelo animal donde el envejecimiento es más acelerado, pero sabemos que es debido a mutaciones específicas que podemos corregir. Y al corregir la mutación hay un efecto causal sobre el envejecimiento. El problema es cuando no hay una mutación causal, sino una alteración del epigenoma. El epigenoma es el estrés la comida, el ejercicio... es el conductor de esas alteraciones que a la vez altera la expresión de nuestros genes para modificar la función de la célula.

¿Y llegará un día en que esa alteración se pueda descifrar y cambiar?

Sí, se están haciendo ya estudios en personas centenarias, en personas que envejecen muy rápido y en personas que envejecen de manera normal, tratando de comparar algunos aspectos de su epigenoma para conseguir algún patrón que nos permita empezar a detectar cuáles serían las dianas sobre las que deberíamos actuar.

¿Las investigaciones sobre envejecimiento viven un momento dulce?

Sí y en España tenemos investigadores excepcionales como María Blasco, Carlos López Otín o Manuel Serrano que necesitarían de más ayuda. Es una paradoja que en este país donde la sanidad es realmente excelente haya esa distancia tan grande con la investigación. La cura de la enfermedad empieza con la investigación.

¿Qué le parece que el investigador del Instituto de Neurociencias Salvador Martínez esté buscando 500.000 euros para poder empezar un ensayo sobre la ELA

Esa asignatura nuestros gobernantes no la tienen aprobada ni en agenda.

¿No cree que es una paradoja que se destine tanto a vivir más cuando aún no tenemos una cura para el alzhéimer que tanto castiga a los mayores?

Son enfermedades asociadas al envejecimiento. El alzhéimer no está presente en gente joven. Cuando hablamos del proceso de envejecimiento hablamos de enfermedades ligadas a él como el alzhéimer, el párkinson.

¿Al enlentecerlo por tanto se supone que estas enfermedades llegarán más tarde?

Sí, de eso se trata.

¿En qué anda metido ahora en su laboratorio?

En la creación de tejidos y órganos que nos pueden ayudar a paliar la escasez de los mismos para la donación. Tratamos de generar células en una placa petri o usar animales como huéspedes para educar a esas células y que formen órganos dentro de ellos mismos. Otra línea de investigación es tratar de inducir la regeneración endógena. Sin transaplastar nada de fuera. Durante el desarrollo embrionario e incluso durante los primeros días tras el nacimiento hay una capacidad tremenda de regeneración que vamos perdiendo pero que se queda codificada en nuestro genoma. Poder identificar esos mecanismos y despertar esa regeneración endógena sin tener que trasplantar células externas.

Las técnicas de modificación genética están abriendo un mundo nuevo de opciones. ¿Dónde se pone el límite?

Es difícil poner límites al conocimiento, hay que regularlo. Todo avance, lo que hoy es posible, ayer fue imposible. Lo que hoy vemos como algo inapropiado dentro de nuestros estándares éticos, será muy distinto dentro de unos años cuando podamos corregir enfermedades que hoy no tienen cura. Pero es un problema que no debemos abordar los científicos, es un problema de toda nuestra sociedad. Los científicos estamos para descubrir lo que está cubierto, es la sociedad la que debe opinar, informarse y tratar de influir en nuestros gobernantes para que regulen.

¿Qué puede ocurrir si estas técnicas caen en malas manos?

Pueden cambiar la evolución de la especie humana en nuestro planeta y no sé si nos damos cuenta de ello.Quizás la mayor revolución en nuestra especie sea que con nuestras propias manos podemos cambiar nuestro genoma y nuestro epigenoma. Es la posibilidad de cambiar a la especie humana.

Ser más altos, más veloces... vamos, como un libro de ciencia ficción.

Estamos ante la biología sintética. Generar genoma nuevo, células nuevas incluso organismos nuevos...

¿Todo esto no es una manera de violentar la naturaleza? ¿Con qué consecuencias?

Es una manera de evolucionar de manera programada. Yo no lo llamaría violentar la naturaleza siempre y cuando busquemos el beneficio igualitario y no la desigualdad.

¿Estamos preparados como sociedad para vivir más?

No, en absoluto. Por eso es importante que se discuta y se regule. Porque estamos resolviendo un problema y generando uno mayor, pero así es la ciencia.

¿Interesan a la industria esas investigaciones? ¿Quién las financia?

Sí hay interés. Por ejemplo en el tema del envejecimiento una de las mayores compañías en el mundo, Google, está destinando una parte importante de su presupuesto a entender este proceso. La posibilidad de alterar nuestro genoma y de alterar el curso de la enfermedad es muy importante y por ello la industria y las empresas están interesadas.

Hace meses sorprendió al mundo anunciando que ya es posible en animales curar enfermedades de muy mal pronóstico en el útero o nada más nacer. ¿Qué falta para dar el salto a los humanos?

Estamos en ello. Hay una enfermedad mitocondrial de la cual nación el primer niño libre de ella el año pasado en México, sin estar regulado. Por eso es muy importante la regulación, sino lo que conllevará será un turismo médico a aquellos países en los que la regulación es más laxa.Pero también estamos en experimentos en los que se puede curar el cáncer. Ensayos clínicos en EE UU, China, incluso en el Clínico de Barcelona para tratar de corregir determinados cánceres de la sangre están ya en marcha mediante modificación del genoma.

¿Qué le parece la propuesta de María Blasco para crear en Alicante un instituto sobre el estudio del envejecimiento?

Sería muy importante. En un país donde se tienen las tasas de extensión de la vida más altas del mundo, donde la investigación en ese campo es una investigación puntera sería una falta de interés o de ignorancia el no aprovechar todos esos parámetros para la creación de un centro del envejecimiento en Alicante.

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