Un informe del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante alerta de que la inestabilidad atmosférica que preside mayo se va a prolongar hasta junio, por lo que será habitual que en la provincia se sucedan jornadas atípicas con sol y calor un día, e inesperadas tormentas durante la misma jornada, en una coyuntura extraordinaria que no se producía desde hace diez años, en concreto desde mayo de 2008. El motivo es que entre enero y marzo, y en relación directa con el cambio climático, se produjo un repentino calentamiento de la estratosfera sobre el Polo Norte. Un aumento de la temperatura que provoca que el aire gélido del Ártico descienda a latitudes inferiores «latitudes donde está la Península Ibérica», según explicó ayer Jorge Olcina, director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante.

Hacía diez años que en Alicante no se vivía un mes de mayo tan atípico ya que son situaciones que no se producen con frecuencia (mayo fue caluroso en 2015, 2016 y 2017). Para encontrar un mes de mayo como el actual habría que retroceder a 2008, 2004, 1990 y 1984.

Las lluvias en estos casos siempre superan los 40 litros por metro cuadrado y llegan incluso a superar los 50 y más litros, y los días de lluvia oscilan entre 10 y 15 días del mes. La precipitación media en la provincia para todo el mes de mayo es 30 litros por metro cuadrado, según la estadística de la Agencia Estatal de Meteorología.

Jorge Olcina explica que en este atípico mayo hay un hecho relevante. «Tras el proceso de calentamiento súbito de la estratosfera sobre el Polo Norte entre enero y marzo, la atmósfera tarda en reajustarse y volver a su estado normal. De ahí que desde finales de invierno y lo que llevamos de primavera, los días inestables hayan sido más frecuentes de lo normal».

Este calentamiento se produce por el estancamiento de una masa de aire cálida en capas altas, que se posiciona sobre el propio aire frío del Ártico. Y en estas condiciones el aire frío desciende hacia latitudes inferiores, es decir, hacia latitudes medias, donde está España. «Por eso se han producido más invasiones de lo normal de masas de aire polar y ártico en marzo, abril y lo que llevamos de mayo, debido al desajuste atmosférico que ha provocado en el Hemisferio Norte ese calentamiento súbito de la estratosfera sobre el Polo Norte». Cuando deja de producirse, la atmósfera tarda entre 4 y 8 semanas en volver a la normalidad. De manera que todavía nos esperan jornadas de inestabilidad en mayo, con chubascos y tormentas.

Menos confort

Jorge Olcina, director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante, tiene que claro que Alicante vive años de incertidumbre en todo lo relacionado con la evolución del clima. Percibimos que el clima que vivimos en los últimos años no es el mismo que hace dos o tres décadas. Y comienza a preocuparnos, porque puede afectar a nuestra economía, a nuestra salud, a nuestro territorio, según Olcina.

Hay una serie de indicios, comprobados por los datos científicos, que señalan que algo está cambiando. «La temperatura media en la provincia ha subido 0,6º desde 1980. Lo han hecho sobre todo las temperaturas mínimas nocturnas, y no por el llamado «efecto urbano», sino por el calor acumulado en las capas bajas desde abril a noviembre, especialmente en el mar Mediterráneo. Hasta las precipitaciones han cambiado sus patrones», sentencia Olcina.

No hay tendencias claras de las cantidades, pero si cambios en su distribución en las estaciones y en la forma de llover. Llueve menos en primavera y más en otoño. Y llueve cada vez más de forma intensa o torrencial. Por tanto, lluvias poco aprovechables y que generan daños económicos. La provincia soporta más lluvias de barro que hace treinta años y eso indica que la llegada de aire sahariano en capas bajas es cada vez más frecuente sobre nuestro territorio.

En definitiva, estamos perdiendo confort climático y sufrimos el carácter extremo de las manifestaciones atmosféricas que forman el relato de nuestro clima. Reflexiones de Jorge Olcina, que constatan una situación que, incluso, podrían convertirse en un problema para la «Florida europea».

Ante esto, solo queda un camino para Jorge Olcina: Reconocer lo que está pasando, informar con rigor de todo lo que se vaya sabiendo, impulsar la investigación climática, las políticas y prácticas de adaptación a lo que puede venir en las próximas décadas, y plantear el cambio climático como una oportunidad que tiene Alicante para reorientar su actividad agraria, industrial y turística. «De hecho, ya hay buenos ejemplos en la provincia de iniciativas que se van tomando, anticipándose con sensatez a los hechos. En esta tarea estamos todos, ciudadanos y administraciones», subraya Olcina, presidente de los geógrafos españoles.