El desafío en toda regla de la ejecutiva socialista de Alicante, controlada por el exsenador Ángel Franco, a la cúpula regional y al propio secretario general de los socialistas valencianos y presidente de la Generalitat, Ximo Puig, para relevar a Eva Montesinos de la portavocía del grupo municipal de Alicante ha terminado movilizando en las últimas horas con una reacción unánime a las direcciones federal, nacional y provincial del partido. En las tres se hablaba ayer, de puertas hacia dentro, de «despropósito» y de «sinsentido» respecto a la decisión de Ángel Franco de apartar de su cargo a Montesinos tan solo cuatro días después de haber estado a falta de un voto para convertirse en alcaldesa de la capital.

Ximo Puig terminó lanzando ayer su posicionamiento ante los medios y declaró que la sustitución de la hasta ahora portavoz del grupo socialista en el Ayuntamiento de Alicante no le parecía bien y que lo que ha pasado con el cambio de gobierno a favor del popular Luis Barcala «ya ha sido bastante grave» como para que además el partido socialista «no sea capaz de digerir adecuadamente esta situación». Consideró el jefe del Consell que la decisión «no tiene que ver con el entorno de estabilidad que necesita el conjunto de la sociedad alicantina». «No me parece bien la destitución de Eva Montesinos», zanjó Puig.

Ese mismo argumento es el que usó el secretario general de los socialistas alicantinos, José Chulvi, elegido para este cargo el pasado diciembre en un congreso en el que presentó a una ejecutiva a su medida en la que dejó fuera a los afines a Franco. Chulvi convocó de urgencia a la ejecutiva provincial en su pueblo, Xàbia, donde es alcalde. Y como era de esperar el órgano de dirección no iba a bailarle el agua al entorno del exsenador. Numerosas intervenciones destacaron la falta de oportunidad de Franco y sus seguidores para tomar esta medida justo ahora y censuraron lo ocurrido con Eva Montesinos solo un día después de que el domingo los socialistas se reunieran en Alicante con Ximo Puig al frente para dar su apoyo a la número dos de Echávarri.

La ejecutiva provincial alicantina estuvo ayer al completo, lo que muestra la trascendencia de lo ocurrido. De la reunión, de casi dos horas, salió el respaldo unánime a las decisiones del PSPV y el total apoyo a Puig en las medidas que considere, indicó Chulvi. «Tenemos que estar unidos», dijo. La decisión unilateral de Franco de apartar a Montesinos bajo el pretexto de romper con la etapa de Echávarri era un tema que ayer ya se trataba en Ferraz. La dirección federal no respalda el movimiento en el Ayuntamiento de Alicante y ya sopesa la opción de crear una gestora si la ejecutiva local no da marcha atrás. Los argumentos para su intervención son claros: la dirección federal puede intervenir cuando las decisiones afecten a la vida política del partido, entendiendo por ello que se tomen en un momento desafortunado. Y esto es lo que se piensa en Ferraz, que ayer mantuvo contactos con la cúpula del PSPV y con la comisión de garantías reunida ayer para hacer un seguimiento de lo sucedido el lunes en las distintas reuniones del partido de Alicante.

El asunto de apartar a un concejal de la portavocía es una competencia que corresponde a la ejecutiva local. Ni Blanqueries ni Madrid pueden intervenir en esa decisión en la que tiene responsabilidad absoluta la ejecutiva local de Alicante, con competencias en los cargos del grupo municipal. Pero la alevosía, dicen, con la que se hizo el movimiento, sus consecuencias a un año de elecciones y el ridículo del que, incluso, hablaban ayer algunos socialistas no ha gustado nada a los principales órganos de dirección, que se revuelven contra Franco por haber echado más leña al fuego. «Si me traes una buena solución hazlo, pero si no, no empeores más las cosas», señalaba ayer un importante dirigente socialista. De ahí que el PSPV quiera que Franco acabe rectificando y que que Ferraz estudie intervenir con cirugía. Dar marcha atrás o incluso crear una gestora, ya que la decisión, desde luego, tiene consecuencias en todos los frentes.

Desautorizar

El primero respecto al pasado reciente. Desautorizar ahora a la socialista que ha estado a punto de convertirse en alcaldesa con el aval de Puig es una incoherencia difícil de explicar al partido y a la opinión pública. El domingo pasado Puig se hizo la foto con Montesinos en una reunión con militantes en la que se analizó la pérdida de la Alcaldía. En segundo lugar, la posición de «casi» alcaldesa de la, oficialmente, portavoz del grupo socialista municipal le daba puntos para encaminarla hacia el primer puesto de la lista en las elecciones municipales de 2019. Cambiar ahora el cromo Montesinos, por ejemplo, por el de Sandra Martín, la apuesta de Franco para la Alcaldía, supone un enrevesado cambio de cara a la ciudadanía y una evidente falta de estabilidad en el seno del partido.

Franco se ha quedado en una posición muy complicada. El pulso del exsenador a la dirección autonómica arropado por una ejecutiva local que controla por todos lados ha hecho de nuevo que el PSPV salte por los aires, por enésima vez, en la ciudad de Alicante. Todo después del rosario de episodios críticos municipales que tuvieron su apogeo con el doble procesamiento judicial del exalcalde, Gabriel Echávarri, y que dejaron tocado a un partido que, finalmente, se ha visto apeado del gobierno y ahora vuelve a su estado habitual: la crisis interna.