«El año pasado llovió y este ha hecho calor, pero las ventas no crecen. Por lo menos, espero que nos dejen en el mismo sitio y la gente sepa donde puede encontrar los productos de toda la vida». Este lamento de una vendedora de dátiles ilicitanos, Leo Llorens, viene a retratar la situación de unos comerciantes que acuden desde hace décadas a Santa Faz y que ayer cerraron la feria 2018 con una ligera recuperación respecto a los dos años anteriores, cuando redujeron ventas por el cambio de ubicación de las paradas en el término de Sant Joan.

Tampoco se mostraban satisfechos los seis puestos que siguen trabajando en la plaza de Luis Foglietti, frente al monasterio. Ángel Huertas criticaba que «la gente regatea para comprar una sartén».

En una jornada calurosa de más de 25 grados, tan solo unas ligeras rachas de viento aliviaban la sensación de «lleno total» que presentaba el monasterio y sus inmediaciones, ya sea con las visitas a la reliquia, la feria y el mercadillo o las comidas en el campo.

Y todo ello sin incidentes. La Policía Local de Alicante y Sant Joan, cada uno en su municipio, reguló el tráfico, con el refuerzo de la Guardia Civil, incluidos efectivos de las Unidades de Seguridad Ciudadana que paseaban entre garrotes, turrones y botijos.