Llegaron a las 7 de la mañana y plantaron una mesa para poder dar cabida a lo largo de todo el día hasta a una veintena de comensales, todos de la misma familia.

La jornada que ayer disfrutó la familia Elena Fernández en el área deportiva del Tossal es un vivo reflejo de la tradicional celebración de la mona de Pascua que tomaron para merendar.

«Esta vez hemos querido hacer algo un poco distinto y mi mujer ha traído un rosco redondo bien grande con todos los huevos en el centro», explica José Miguel, orgulloso de mantener la tradición en torno al dulce de Pascua; desde su hijo más pequeño, con 13 años, hasta la abuela , María Fernández García, que cumplió los 90 el pasado mes de febrero.

La zona deportiva contribuye a mantener en activo a los más jóvenes, de ahí que cuantos se encontraban en el Tossal a media mañana habían madrugado para conseguir mesa.

«Venimos todos los años y últimamente solo celebramos la mona el día grande, el Lunes de Pascua. Se ha convertido en una de las pocas ocasiones, junto a la Santa Faz, en que nos reunimos todos», añade José Miguel a quien su hijo acaba de romper el huevo en la frente tras pedir un deseo, que no revela para que se cumpla.

Aunque los grupos de amigos prefieren la playa para tomar la mona, las nubes no acompañaban y ayer se impuso el campo.