Entre la emoción y la desconfianza. Así transcurrió ayer la asamblea en la que los socialistas de la ciudad de Alicante eligieron a su nuevo secretario general, el exconseller Miguel Millana, que releva en el cargo a Gabriel Echávarri, quien no pudo ocultar su emoción durante su último discurso como líder local del PSOE y a apenas dos semanas de abandonar también la Alcaldía de Alicante por sus problemas judiciales. Echávarri, que ya llegó al Aulario 2 de la Universidad de Alicante con los ojos llorosos y que se fue por la tarde tras votar y sin todavía conocer el resultado de las urnas, estuvo rodeado por su núcleo más próximo: su mujer, su madre y las personas de mayor confianza dentro del Ayuntamiento de Alicante, como su jefe de Gabinete, Lalo Díez, e incluso por las que no son militantes como su jefa de Comunicación, Sonia Rodrigo, y la responsable de Protocolo, Alba Olmos.

A su lado, en la primera fila, se sentaron, entre otros, la presidenta del PSPV, Juana Serna; su abogado, José Díaz, y la diputada autonómica Sandra Martín. Y como fieles escuderos del todavía alcalde se mostraron su delfín, Eva Montesinos, y el también concejal Fernando Marcos. En cambio, ayer se volvió a evidenciar la fría relación que mantiene Echávarri con la edil Sofía Morales, que es la única miembro del grupo municipal socialista en el Ayuntamiento que se ha quedado fuera de la nueva Ejecutiva local del partido. Al final de la jornada, se vio a Morales mirando a la nueva dirección desde la última fila del aulario, mientras que horas antes hablaba en tono intenso con quien maneja la agrupación socialista desde hace veinte años, Ángel Franco, el otro protagonista de una asamblea que se prolongó durante más de diez horas. Franco, en ese tiempo, no dejó de entrar y salir, de hablar con unos y con otros y de hacer de conexión de su candidatura, la liderada por el exconseller Miguel Millana, con la adversaria, la de los críticos encabezados por José Miguel González Moreno. Tal era la desconfianza entre ambas listas, que durante las negociaciones que se prolongaron a lo largo de la intensa jornada, las propuestas para buscar la integración se entregaban por escrito, huyendo de las promesas verbales. Al final, ni así hubo acuerdo y se impuso lo previsto: el candidato avalado por Ángel Franco ganó en las urnas por una amplísima mayoría.

Una vez conocidos los resultados, el aspirante perdedor bajó las escaleras del salón de actos del aulario para felicitar a su oponente. Saludo y adiós, porque González Moreno no se quedó a la lectura del más de medio centenar de nombres que componen la nueva Ejecutiva, que sumó en torno al 80% de los apoyos de los socialistas alicantinos que ayer fueron a votar. Mismo porcentaje, aunque menos papeletas, que por la mañana avaló la gestión de Echávarri al frente de la dirección del PSOE durante los últimos seis años.