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«¿Los pollos tienen cerebro?»

Una exposición muestra a 3.000 niños de la provincia los modelos que sirven a los científicos para investigar

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3.000 escolares visitan la exposición del Instituto de Neurociencias

Han podido comprobar que la electricidad no siempre es peligrosa, que un diminuto pez puede ayudar a entender nuestro cerebro y que la ciencia puede crear ratones que brillan en la oscuridad. Cerca de 3.000 escolares de toda la provincia visitan esta semana la exposición organizada por el Instituto de Neurociencias, centro mixto del CSIC y de la Universidad Miguel Hernández, con motivo de la Semana del Cerebro. En una parte de la muestra los niños pueden ver los modelos animales que los científicos utilizan para investigar, entre ellos los embriones de pollo. «¿Pero es que los pollos tienen cerebro?», preguntaba sorprendido un niño mientras miraba el interior de un huevo a través de una lupa para comprobar que, efectivamente, estos animales ya en el huevo tienen un cerebro en formación que sirve a los investigadores para manipularlo, cerrar de nuevo el huevo y contemplar su desarrollo. También para hacer trasplantes con otras especies como la codorniz.

En esta muestra no podían faltar los ratones y en concreto unos modificados genéticamente para hacerlos fluorescentes. Los niños los contemplaban corretear en una caja negra y sacaban sus propias teorías. «Son ratones mutantes» y preguntaban a los científicos cómo podían hacer ellos para brillar en la oscuridad y así sorprender a sus amigos. De las explicaciones de los voluntarios del Instituto de Neurociencias aprendían que brillan porque se les modifica genéticamente y se les introduce una proteína de las medusas y que gracias a que son fluorescentes, los investigadores pueden identificar fácilmente determinadas células, basta con aplicarles la luz.

Otro de los animales que sirve para investigar es el llamado pez cebra, cuyos embriones son transparentes, por lo que a simple vista se ve su desarrollo.

En otra parte de la muestra el protagonismo se lo llevaban varios cerebros reales y una médula espinal. «¿A quién se lo han sacado?» ; «¿La persona estaba muerta?»; «¿Sabía que se lo iban a quitar?», se preguntaba ayer un grupo de alumnos. El investigador Eduardo de Puelles les hablaba de la anatomía del cerebro, «que en realidad está hueco por dentro» y de las enfermedades que padece. «Algunos niños te dicen que tienen un abuelito enfermo de alzhéimer y te preguntan si ya hay una medicina».El momento estrella llega cuando Puelles les pregunta si quieren tocar un cerebro. Pocos dicen que no. «Pensé que era más duro, realmente es cómo tocar plastilina», señalaba un alumno del colegio Franciscanas. Los científicos quieren que esta exposición sirva para acercar la ciencia y la investigación a los niños y, quien sabe, despertar vocaciones. Aunque algunos pequeños lo tienen ya muy claro. «Quiero ser científico para descubrir el ADN de los dinosaurios», señalaba ayer Javier Pérez, alumno del colegio Jesús María de Ciudad de Asís.

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