La sucesión de borrascas que ha barrido la península de norte a sur desde que comenzara este invierno que termina en dos semanas no ha tenido prácticamente ningún efecto sobre los embalses de cabecera del Tajo desde donde arranca el trasvase de agua a Alicante y Murcia, que en mayo cumplirá un año cerrado. Una situación que se va a prolongar hasta final de este año, dado que desde enero la línea roja a partir de la que no hay trasvase está en los 400 hm3. En estos momentos, los embalses de Entrepeñas y Buendía almacenan 306 hm3, con lo que están al 11% de su capacidad. Han recuperado 70 hm3 en cuatro meses, pero no es suficiente para que el Ministerio de Agricultura pueda volver a plantearse abrir el trasvase, ya que sobre la decisión pesa como una losa el que desde el pasado 1 de enero la línea roja del «no trasvase» está en los 400 hm3, cifra que sólo se podría alcanzar tras otros tres meses de borrascas, algo poco probable.
En marzo del año pasado el complejo de Entrepeñas y Buendía almacenaba 443 hm3, 137 hm3 más, y, lo que es peor, los regantes alicantinos han perdido la batalla mediática en Madrid, con lo cual cualquier intento de que el Gobierno apruebe un trasvase cae en saco roto. En la Comunidad Valenciana salvo los tímidos apoyos de Ximo Puig e Isabel Bonig, el resto de los partidos han dado la espalda a los agricultores en el respaldo a esta solución, la más viable en una España que en el último mes ha recuperado 2.000 hm3 gracias a las lluvias. Mientras, la cuenca del Segura sigue agonizando al contar con tan solo 196 hm3, el 17% de su capacidad.
Paradójicamente, a fecha de ayer la cuenca del Tajo almacena un total de 5.689 hm3 , al 52% de su capacidad. Más que los embalses del Ebro. Pero el Gobierno sigue sin afrontar la reordenación de los recursos de la cuenca.
