En una ejecutiva que apenas duró media hora pero que a la vez tuvo visos históricos, los socialistas alicantinos mantuvieron ayer por la tarde intacto su apoyo a que Gabriel Echávarri continúe siendo el inquilino de la Alcaldía de Alicante. Todo eso después de que el viernes la Audiencia confirmara el procesamiento de Echávarri y de dos de sus asesores por el caso de las facturas de Comercio; y de que ayer mismo por la mañana y durante su visita a El Campello para asistir al congreso de l'Alacantí que proclamó secretario general de esa comarca a Baltasar Ortiz, el propio líder del PSPV, Ximo Puig, eludiera por el momento pedir la dimisión del alcalde pero le advirtiera de que la línea roja estará en la apertura del juicio oral por esas facturas. Entonces, el PSPV sí le exigirá a Echávarri que abandone, como por otra parte contempla el código ético del partido.

Sin embargo, ya por la tarde y una vez concluida la ejecutiva, su portavoz, Lalo Díez, matizó que si se produce apertura de juicio «ya se tomarán las decisiones que haya que tomarse» sin reconocer por tanto que Puig haya impuesto ningún límite al alcalde.

Díez, quien es uno de los dos asesores afectados por el caso Comercio, justificó ese apoyo a la estrategia de Echávarri con dos argumentos: el primero, «que por mucha prisa que tenga la gente del PP, el PSOE no va a entregar antes de las elecciones de 2019 la alcaldía a los mismos que durante 20 años expoliaron esta ciudad y esta Comunidad». Se refería así a la secretaria general de los populares valencianos, Eva Ortiz, quien por la mañana había pedido a Pedro Sánchez que exigiera la dimisión de Echávarri ante la «inacción»de Puig. Pero no sólo a ella. «También veo a los dirigentes de Compromís pidiendo explicaciones y dimisiones, muy nerviosos», añadió.

Y en segundo lugar a que en el ayuntamiento «no se ha producido ningún caso de corrupción y que lo de Comercio es un tema administrativo».

Echávarri aún no da la cara

Tales argumentos coinciden con los del propio Echávarri, cuyo entorno ayer volvió a insistir en que no dimitirá «ni de momento ni sin momento». Eso sí, el alcalde volvió a eludir hacer declaraciones públicas como ya pasó el viernes: no acudió al congreso de l'Alacantí (no hubo foto posiblemente incómoda con Puig), llegó el último a la ejecutiva de la tarde y se marchó el primero. Eso sí, recuperó su agenda normal asistiendo luego a la presentación de la hoguera Óscar Esplá. Díez se comprometió además a que el primer edil ofrecerá al fin una comparecencia pública el lunes.

Ahora bien, si los socialistas alicantinos no ceden por ahora en lo de la Alcaldía, sí que han tenido que hacerlo en lo que respecta a la fontanería del partido. Para lo que sirvió la ejecutiva de ayer fue para convocar el próximo 24 de marzo en la Universidad la asamblea que debe elegir a la nueva dirección local. Y al sucesor de Gabriel Echávarri en el cargo de secretario general después de que el alcalde haya decidido, aquí sí, dar un paso atrás. Díez, no obstante, se negó a confirmar que Echávarri no aspire a la reelección.

Pero eso forma parte de la hoja de ruta diseñada por Puig para intentar apagar el fuego de Alicante. Ahora aún le queda lo más difícil: establecer el momento en el que ha de exigirle a Echávarri que deje la Alcaldía. Puig ha adoptado esa estrategia ya no sólo por lo del código ético. También porque necesita tiempo para garantizar que seguirá habiendo un «gobierno de cambio y progreso» al frente del Ayuntamiento «tal y como nos dijeron los electores». Así, «atenderemos siempre las circunstancias que se den en el ámbito jurídico y en el ámbito político para garantizar la gobernabilidad» de ese gabinete de izquierdas.