«Alargar la vida con enfermedades crónicas y sin calidad sería un desastre», así concluyó su intervención el científico del Instituto de Investigación Scripps, ubicado en California, Amalio Telenti. «Bastaría modificar un gen en un gusano en un laboratorio para que viviera el doble, eso ya es posible, y el ser humano tiene cuatro genes relacionados con la longevidad», señaló. Sin embargo, a nivel social se cuestionó qué pasaría «si todos tenemos 180 años».

Telenti quiso diferenciar entre longevidad y esperanza de vida «porque la prensa tiende a confundirlos y no son lo mismo». La longevidad se refiere a la especie. «El hombre vive unos 90 años, mientras que sabemos que un perro no vive más de 20, existe la longevidad efímera de un solo día o la de las medusas que probablemente son inmortales por su capacidad para regenerar sus células», explicó, para añadir que es una cuestión genética. Lo que ha aumentado es la esperanza de vida, que en estos momentos en España se sitúa en los 83 años, «pero nada cambia en la longevidad». De hecho, puso sobre la mesa que pese a esta mejoría, a partir de los 60 y los 75 años «un tercio de nosotros morirá». «Habrán fallado en llegar a la longevidad media por los genes de la enfermedad», indicó. El investigador afirmó que «las personas mayores que tienen muy buena salud no es porque tengan un gen mágico, sino que les faltan genes malos». «El genoma es para toda la vida, pero envejece, se acortan los telómeros como si fueran un lápiz al que vamos sacando punta, perdemos cromosomas con la edad que se asocian con la demencia y las enfermedades cardiovasculares», dijo.